B5/7. Crisis de las democracias liberales. Ideología y bases sociales del Fascismo. Los fascismos europeos y el nazismo alemán.
¿QUÉ ES EL FASCISMO?
El fascismo es una ideología política que se fundamenta en un odio sin paliativos a la política tradicional, en su fundación se hablaba del antipartido. Sus promotores y sus defensores actuales aprovechan la desesperación y la necesidad de soluciones rápidas para problemas complejos como las crisis económicas, la desestructuración social o diferentes conflictos políticos.
Nos encontramos a principios de la década de 1920, varios años antes del crac del 29. Los rescoldos de la Primera Guerra Mundial todavía seguían humeando en Italia. La victoria en la Gran Guerra no ha significado la obtención de todas las recompensas que se esperaban, la muerte de cientos de miles de hombres en edad de trabajar y las deudas de guerra ahogan a un país que se hunde cada vez más en un severa crisis y el Estado se ve incapaz de dar respuesta a todas las necesidades que su población tiene tras la guerra. El estado liberal, el capitalismo, la democracia e incluso el racionalismo y la ciencia parecían impotentes ante la situación que vivía Italia a principios de los años 20. Ante este escenario el fascismo ofrecerá una nueva sociedad sostenida por un nuevo estado. Todos los avances conseguidos desde la irrupción de la Ilustración se debían poner en duda:
- La nación era un organismo vivo y el individuo solo una insignificante célula. La nación tenía un destino histórico que cumplir, al que todas las razones individuales debían subordinarse y quien no lo hiciera así era un individuo antisocial, una célula cancerosa que el cuerpo sano debía eliminar para seguir viviendo. La eliminación de toda la oposición política estaba justificada. El ciudadano con derechos inalienables, nacido de las revoluciones americanas y francesa, desaparecía.
- Exaltaban el irracionalismo. No era necesario comprender ni argumentar, sino obedecer, porque el jefe tiene razón. «Mussolini siempre tiene razón», decía el artículo VIII del decálogo de las milicias fascistas. Los fascistas debían «creer, obedecer y combatir», porque la verdad objetiva no existía y el que una idea fuera o no verdadera dependía de la capacidad de mando y liderazgo de quien la llevaba a la práctica.
- La libertad y la igualdad eran absurdas y contrarias a la naturaleza, en la que impera la ley del más fuerte. El pacifismo era una expresión de los espíritus enfermos y la violencia, el valor y el menosprecio de la vida componían la plenitud de la acción fascista. Se debía rendir culto al cuerpo y se debía sentir un profundo desprecio a la inteligencia. El cuerpo debía ser bello y resistente y la gimnasia de masas era una manifestación patriótica.
- El jefe único era el guía reconocido por todos (la crítica al jefe era delito). El jefe se imponía a los demás por su carisma y representaba a la nación («Una cosa debe interesarte por encima de todo: la vida del Duce», decía el artículo X del decálogo de las milicias fascistas italianas). El jefe de la nación era además el jefe del partido.
¿CÓMO SER UN BUEN FASCISTA?
- El partido único se organizaba militarmente y se encargaba de organizar a toda la sociedad: encuadraba a los jóvenes, a las mujeres, a los parados, a los trabajadores, a los patronos, a los soldados, porque la sociedad debía construirse según el modelo del partido, cuyo deber era someter a disciplina a las masas de la población. La sociedad, el partido y el Estado habían pasado a ser la misma cosa.
- El fascismo no buscaba la pasividad del pueblo, como todas las dictaduras hasta entonces conocidas, sino que actuara a las órdenes del partido. Fueron las masas las que alzaron a los fascistas al poder, las que se concentraban por miles en las convocatorias del partido, las que llevaban a la práctica sus consignas y sembraban el terror entre otros sectores de la población. Las marchas, las concentraciones, las expediciones de castigo, los asaltos a fábricas ocupadas, con su secuela de linchamientos, asesinatos, palizas, etc., eran acciones de masas utilizadas por los partidos fascistas para aterrorizar y disciplinar a los «tibios» y a la oposición.
- El fascismo ensalzaba a los obreros como humildes y honestos frente a los parásitos de la sociedad capitalista y hablaba de cambios a favor de los trabajadores, aunque nunca los llevase a la práctica.
- La propaganda fue imprescindible para movilizar a las masas y mentalizar a la nación. Se aplicaron todos los descubrimientos de la publicidad y la psicología en un intento por perfeccionar la propaganda: los mensajes eran cuidadosamente elaborados, mezclando sugestión y amenaza; la prensa y la radio repetían una y otra vez las consignas, para transmitir «la verdad», para fomentar el culto al jefe y el odio a sus enemigos. El fascismo «manufacturaba» el pensamiento: los altavoces ensordecían a los transeúntes, las radios llevaban a los hogares la voz del jefe, cuyas gigantescas fotografías se instalaban por todas partes. La propaganda y la opinión habían pasado a ser monopolio del Estado.
- La virilidad era un valor supremo, las mujeres debían obedecer al hombre y ser conscientes de su inferioridad y de su misión: traer al mundo hijos sanos y criarlos con esmero. Las madres de familia numerosa eran heroínas, porque una raza apuesta, sana y fuerte era el futuro de la patria.
Los jefes fascistas llegaron siempre al poder en plena crisis de la democracia, cuando los parlamentos habían sido ya desplazados por los gobiernos (igual en Italia que en Alemania) y demostraron una enorme eficacia: desmantelaron los partidos y, liberados del corsé de las leyes democráticas, aniquilaron físicamente a los revolucionarios, a sus sindicatos, sus partidos y sus dirigentes. E incluso a correligionarios que amenazaban con hacerles sombra.
El fascismo fue, en general, bien recibido por los grandes financieros e industriales, por algunos intelectuales, por la Iglesia y por muchos obreros en paro y pequeños empresarios temerosos de la anarquía y el desorden.
Las democracias mientras tanto tomaban nota y esperaban. Ninguno de los países democráticos actuó contra el fascismo, que se movió con total impunidad hasta que en 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial.
MUSSOLINI LLEGA AL PODER
¿Cómo fue posible que un partido político que defendía la violencia, la sumisión más absoluta y la desaparición de los derechos del ciudadano en una sociedad en la que solo los sumisos tenían derecho a seguir existiendo, se hiciera con el poder en Italia en 1922?
Desde nuestro punto de vista es complicado entenderlo, hoy en día la democracia es el sistema político más extendido en buena parte del planeta, los derechos humanos son un referente claro de acción política y la violencia no es aceptada ni practicada por una inmensa parte de la sociedad.
Pero la Italia que nace tras la Primera Guerra Mundial es totalmente diferente, el país transalpino se encuentra tras la Gran Guerra en una situación límite, que será propicia para la aparición de fuerzas y movimientos políticos extremos, uno de estos movimientos serán los Fasci italiani di combattimento, fundados por Mussolini en 1919.
LA ITALIA DE POSTGUERRA
Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, Italia había perdido casi 700.000 hombres y tenía un número similar de mutilados. La gripe de 1918 mermó aún más la población, que, exhausta y mal alimentada, sucumbió ante la epidemia que causó 400.000 víctimas.
En el Tratado Secreto de Londres (1915) se le habían prometido a Italia territorios austríacos y parte de las colonias turcas y alemanas. El compromiso solo se cumplió en una pequeña parte, dándole algunos de los territorios austríacos prometidos. Sin resarcirse de sus pérdidas, a pesar de haber luchado en el bando de los vencedores, Italia tuvo que soportar una enorme deuda de guerra que extendió por todo el país la depresión económica, el paro y el resentimiento hacia sus aliados.
La inflación crecía velozmente (los billetes emitidos se habían multiplicado por cuatro para afrontar la deuda), la clase media, los obreros de las fábricas, los jornaleros del campo veían con desesperación caer su poder adquisitivo. Los ahorros quedaban pulverizados con la subida incontrolada de los precios.
La caída de la producción agrícola, debida a la falta de manos y al atraso tecnológico, disparaba los precios de los alimentos, ensanchaba el mercado negro y traía el hambre a los trabajadores de las ciudades.
Las grandes fábricas italianas, como la Fíat o la Pirelli, que habían producido para la guerra, no se habían reconvertido en industrias para la paz y reducían empleos, incrementando el paro. Los excombatientes no encontraban ni subsidio, ni pan, ni empleo.
.
LOS INICIOS DEL FASCISMO Y SUS BASES SOCIALES
Con esta terrible situación de trasfondo, el 23 de marzo de 1919 en Milán se reunían unos 300 hombres decididos a fundar el antipartido. Inicialmente el encuentro iba a realizarse en el Teatro dal Verme, pero vista la baja participación, se celebró en la sala de reuniones del Círculo de la Alianza Industrial, en la plaza de Santo Sepulcro de Milán. Dos días antes, el 21 de marzo de 1919 se había creado Il Fascio di combattimento di Milano.
Desde principios de mes, el periódico Il Popolo d’Italia que lideraba un tal Benito Mussolini venía anunciado la cita, algunas asociaciones de veteranos de guerra iban poco a poco adhiriéndose.
Dos personajes con orígenes cuando menos curiosos se dirigieron a los 300 asistentes: Filippo Tommasso Marinetti y Benito Mussolini.
Entre 1918 y 1919 Mussolini había ido transformando su nuevo periódico pseudosocialista (Il Popolo d’Italia) en un cotidiano para excombatientes e industriales conservadores. Comenzó a defender la idea de una Italia Unida para recuperar los territorios irredentos en el exterior, de Trieste a Fiume, de Dalmacia a Saboya y una dura política anticomunista dentro de Italia.
Este discurso ultranacionalista y anticomunista atrajo en un primer momento a los veteranos de guerra, hastiados por la nula atención recibida por parte de las instituciones. Los siguientes en ver a Mussolini y los fascistas como una posibilidad de mejora de su situación fueron los pequeños propietarios agrícolas, temerosos de que el socialismo les quitara sus tierras ya que el fascismo defendía a ultranza la propiedad privada. Y por último, algunos obreros desengañados con el socialismo debido a su inacción, en el Manifiesto Fascista publicado por Il Popolo d’Italia tras la reunión del 23 de marzo de 1919 se defendía:
- La jornada de ocho horas
- Un sueldo mínimo
- Participación de los trabajadores en la gestión de empresas y servicios públicos
- Rebajar la edad de jubilación de los 65 años a los 55
Aparentemente estas reclamaciones parecían un programa socialista revolucionario, pero en realidad todo eran cantos de sirena, estas promesas nunca llegarían a cumplirse.
Por lo tanto, Mussolini tenía en 1919 un discurso profundamente nacionalista y anticomunista dentro de un programa revolucionario, prometía hacer grande de nuevo a Italia a aquellos militares frustrados con la resolución de la Gran Guerra, prometía unas condiciones más que dignas a los obreros y al mismo tiempo, defendía la propiedad privada y ofrecía orden a una clase empresarial profundamente preocupada por la situación que estaba desatándose en Italia. Sin duda era un ideario profundamente contradictorio, pero sin duda efectivo en aquel momento.
ORÍGENES Y DESARROLLO DEL FASCISMO
Aun con todo los apoyos no eran los esperados así que para conseguir esos objetivos tan ansiados, los fascistas recurrieron a una inusitada violencia permitida por el estado. Como ya hemos dicho, ese mismo año de 1919, veía aparecer a los Fasci di Combattimento, el primero en Milán, que no eran otra cosa que grupos paramilitares de carácter ultranacionalista cuyos miembros se identificaban con una camisa negra y organizaban asaltos violentos contra toda aquella persona u organización que osara plantarles cara.
Una de sus primeras acciones violentas, ejecutas por los escuadristas, fue la destrucción, en 1919, de las oficinas del diario socialista Avanti!, que el mismo Mussolini había dirigido hacía pocos años, porque consideraban que difundía ideas antinacionalistas. A partir de ese momento, la violencia se extendió por todo el país, especialmente por el campo.
LA AGITACIÓN SOCIAL
Al mismo tiempo que el fascismo daba sus primeros pasos en Milán en 1919, en el campo se ocupaban las fincas lo que sembraba el miedo entre los terratenientes; en las ciudades se convocaban largas huelgas que acababan en ocupaciones de fábricas, que a veces duraron hasta dos meses, lo que sembraba el miedo entre los empresarios. En los barrios estallaban motines que acababan con asaltos a los comercios. El fantasma de la revolución planeaba sobre Italia.
En Florencia llegó a proclamarse una República de los soviets que duró tres días, en Milán, el 6 de junio de 1919, fueron asaltados doscientos comercios por grupos de ciudadanos amotinados. Mientras tanto, bandas de jóvenes armados, los camisas negras fascistas, se peleaban en las calles contra todo lo que pareciera oler a revolución comunista.
Aquel año de 1919, tras fundar el Partido Fascista, se presentó a las elecciones sin obtener ningún escaño. Esas elecciones fueron ganadas por el Partido Socialista.
Por su parte los nacionalistas con el poeta Gabriele D’Annunzio a la cabeza, junto a un grupo de excombatientes –arditi– y algunas unidades amotinadas del ejército, ocuparon la ciudad de Rijeka (conocida por los italianos como Fiume), que consideraban italiana y administrada en ese momento por la SDN, pero el Gobierno italiano los obligó a evacuarla por la fuerza.
El gobierno parecía incapaz de frenar la agitación y algunos empresarios agrícolas e industriales pensaban que, a pesar de su fracaso electoral, los camisas negras fascistas eran eficaces, así que los subvencionaron generosamente para que hicieran frente al peligro revolucionario.
Con tan fuerte apoyo y con una popularidad en aumento, los fascistas obtuvieron más de 30 escaños en las elecciones de 1921, mientras bajaba el voto a los socialistas y se constituía un gobierno liberal.
En los años 1921 y 1922 se desató la violencia fascista. El gobierno la miraba con condescendencia y calificaba de “enfrentamientos entre grupos de distintas tendencias” las expediciones de castigo contra campesinos y obreros. La policía mostraba una preocupante pasividad mientras las palizas se hacían cada vez más frecuentes y el miedo iba provocando poco a poco que una mayoría cada vez mayor fuera mirando hacia otro lado.
En agosto de 1922, sindicatos y partidos de izquierda convocaron una huelga general y los fascistas dieron un ultimátum: si el gobierno no impedía la huelga, ellos sustituirían al Estado. Y así lo hicieron: los escuadristas mantuvieron en funcionamiento todos los servicios públicos durante la huelga, con el consentimiento del gobierno.
.
LA “OCUPACIÓN” DEL PODER: LA MARCHA SOBRE ROMA
En octubre de 1922 Mussolini se vio con fuerza para dar un golpe de mano y organizó una “Marcha sobre Roma” exigiendo un gobierno con un mínimo de seis ministros fascistas. Grandes concentraciones de camisas negras partieron desde cada una de las principales ciudades con dirección a Roma, adonde llegaron los días 27 y 28 de octubre en medio de una lluvia torrencial.
Los fascistas no hubieran logrado el poder sin la connivencia de las fuerzas del Estado (el Ejército, muchos políticos…). Pero la responsabilidad directa fue del rey Víctor Manuel III, quien se negó a sancionar el Estado de sitio presentado por su primer ministro, lo que hubiese frenado la insurrección fascista. El 29 de octubre, el rey envió un telegrama a Mussolini solicitándole que formara gobierno.
Dos días después, el 31 de octubre de 1922 el rey pasó revista a aquellos camisas negras con la misma solemnidad que si se tratara del ejército.
LA DICTADURA FASCISTA
Tras su llegada al poder en 1922 Mussolini y los fascistas tuvieron que lidiar con el sistema parlamentario liberal que tanto odiaban, pero en tan solo 3 años conseguirán liquidarlo y hacerse con un poder omnímodo. Para conseguirlo perseguirán y ejecutarán cualquier tipo de oposición o disidencia sin ningún tipo de tapujo, modificarán la ley electoral en su beneficio y a partir de 1925 desarrollará un corpus legal que le permitirá llevar las riendas del país sin limitación alguna.
A partir de ese momento el objetivo sería convertir a todos los italianos en fascistas obedientes, se desarrolló una política de adoctrinamiento y control social a través de la propaganda, la educación y las organizaciones juveniles.
Desde el punto de vista económico y laboral, el fascismo optó por el corporativismo y poco a poco fue evolucionando desde una economía liberal, a un intervencionismo cada vez más marcado, hasta un intento por desarrollar una autarquía total.
LA ETAPA PARLAMENTARIA
Los años 1922-1925 fueron cruciales para el paso del régimen liberal a la dictadura fascista. Al principio Mussolini, como primer ministro, pareció mostrar un cierto respeto hacia el régimen liberal. Organizó un Gobierno de coalición y consiguió del Parlamento poderes extraordinarios.
En 1924, tras la aprobación de una nueva ley electoral, los fascistas y los partidos que apoyaban al Gobierno lograron en las elecciones el 64% de los votos y 404 escaños de los 553 que componían la Cámara.
Tras las elecciones, se produjo la crisis más grave del fascismo a raíz del asesinato del diputado socialista Matteotti por bandas fascistas. Este diputado había reclamado la nulidad de las elecciones porque el fascismo había utilizado la violencia y la intimidación. Mussolini respondió acelerando la implantación de la dictadura. El primer paso fue impedir a los socialistas que ocuparan sus escaños en el Parlamento.
LA DICTADURA FASCISTA
Desde 1925-1926, Mussolini, sin oposición alguna, desarrolló las llamadas “leyes fascistísimas”, que incluían medidas diversas: la creación de un tribunal de delitos políticos y una policía política secreta, la OVRA (Organización de Vigilancia y de Represión del Antifascismo); la eliminación de los demás partidos y los sindicatos, y la implantación de la censura de prensa. Además, los poderes de Mussolini fueron desde entonces ilimitados.
La fascistización del Estado condujo a un régimen totalitario de partido único, el Partido Nacional Fascista. Pero el partido era un mero órgano burocrático encargado de la propaganda y del control ideológico de las masas.
El poder residía en Mussolini (el duce), asistido por el Gran Consejo Fascista. El proceso se completó en 1938, cuando se abolió la Cámara de Diputados y se sustituyó por la Cámara de los Fascios y de las Corporaciones.
La firma de los Pactos de Letrán (1929) consolidó el régimen y puso fin al litigio entre el Estado italiano y la Iglesia católica. Nacía oficialmente el Estado del Vaticano. Se reconocía el catolicismo como la única religión del Estado, y la religión volvió a enseñarse obligatoriamente en las escuelas. A cambio, la Santa Sede reconoció al Estado fascista y la capitalidad de Roma.
LEYES FASCISTÍSIMAS
.
ADOCTRINAMIENTO Y CONTROL SOCIAL
El Estado fascista aspiró a controlar la forma de pensar y las actividades de la población. Por ello otorgó una gran importancia a la educación.
Los maestros fueron obligados a impartir clases vestidos con la camisa negra y los profesores universitarios tuvieron que jurar fidelidad al régimen.
Asimismo, los niños y jóvenes entre los 4 y los 18 años debían formar parte de organizaciones juveniles controladas por el partido, como la Obra Nacional Balilla. Se intentaba forjar al «italiano nuevo» en las virtudes militares de la disciplina y la obediencia.
El régimen fascista animó en teoría a las mujeres a salir del ámbito doméstico, pero la legislación laboral las penalizó en el orden salarial. Además, la defensa de una política natalista reforzó su papel de esposa y madre.
Mussolini pretendió ejercer un control total sobre la cultura y los medios de comunicación (prensa, radio y cine) mediante el Ministerio de Prensa y Propaganda y el de Cultura Popular.
.
EL CORPORATIVISMO Y EL DIRIGISMO ECONÓMICO
El fascismo optó por el sistema corporativista. El Estado fascista pretendía organizar la economía y gestionar las organizaciones sociales (sindicatos y patronal) bajo el principio de la colaboración de clases. Pero este sistema fue una fachada que permitió al régimen controlar a estos grupos a través del Ministerio y del Consejo Nacional de Corporaciones. El corporativismo se inició con leyes laborales como la Carta del Trabajo (1927), que solo permitía los sindicatos fascistas y declaró ilegal la huelga.
El fascismo aplicó, primero, una política económica liberal favorable a las grandes empresas que dio paso, en 1925, a una política intervencionista. Con gran despliegue propagandístico impulsó un conjunto de iniciativas presentadas como «batallas»: la batalla del trigo, que pretendía lograr el autoabastecimiento de cereal sin necesidad de importar; la batalla de la lira, que supuso la reevaluación de la lira a costa de reducir los salarios un 20%; un proyecto para poner en producción áreas pantanosas del valle del Po… Tras la crisis de 1929 se optó por la autarquía. Se fomentó la concentración industrial y en 1933 se creó el Instituto para la Reconstrucción Industria) (IRI) para canalizar las inversiones del Estado hacia industrias de valor estratégico. A partir de 1936 se diseñó una auténtica economía de guerra que sustentara el expansionismo fascista.
LA POLÍTICA EXTERIOR FASCISTA
El triunfo político del fascismo interior fue seguido de notables éxitos exteriores. La estabilidad reforzó su prestigio internacional ante los demás países europeos en el contexto caótico de la época de entreguerras.
En 1924 resolvió la cuestión de Fiume anexionándolo al Estado italiano tras dos años de ocupación militar. Al mismo fin contribuyó su éxito para aminorar el impacto de la Gran Depresión mediante la intensificación de las políticas económicas autárquicas desde 1929.
Por último, iniciados los años treinta, el papel europeo de Italia se hizo cada vez más importante a medida que volvían a resurgir las demandas de varios países de revisar el statu quo logrado en 1919 en los tratados de Versalles (Paz de París).
EL ACERCAMIENTO A HITLER
Desde el acceso al poder de Hitler en Alemania en el mes de enero de 1933, Mussolini comenzó a abandonar la equidistancia entre bloques europeos y fue inclinándose poco a poco a favor del alineamiento con el nuevo régimen totalitario germano.
Sus acciones así lo reflejaban, como es el caso de la invasión y conquista de Abisinia, en 1935, con la oposición franco-británica y el apoyo alemán; la intervención conjunta con Berlín en apoyo de Franco durante la guerra civil española; y el apoyo a Alemania en sus expansiones territoriales de sus fronteras. El objetivo de Mussolini era apoyarse en Alemania para expandirse por el Mediterráneo, transformándolo en un Mare Nostrum fascista, como un resurgimiento del imperio romano.
EL FASCISMO FUERA DE ITALIA
El triunfo en Italia alentó la aparición de movimientos de inspiración fascista en otros países europeos durante el período de entreguerras (1919-1939). El nacionalsocialismo en Alemania, liderado por Adolf Hitler, fue el único que constituyó un régimen propio y plenamente totalitario.
Pero hubo otros movimientos muy influyentes que lograron cuotas de poder muy considerables: en España, la Falange, fundada por José Antonio Primo de Rivera, se fusionó con las JONS, fundadas por Ramiro Ledesma Ramos. En Gran Bretaña, la Unión Británica de Fascistas de sir Oswald Mosley. En Francia, la Croix-de-Feu (Cruz de Fuego) del coronel La Rocque. En Bélgica, el movimiento Cristo Rey de Léon Degrelle. En Rumania, la Guardia de Hierro de Corneliu Codreanu. En Hungría, la Cruz y la Flecha de Ferenc Szálasi. En Portugal, el Movimento Nacional-Sindicalista de Francisco Rolao Preto intentó atentar contra la dictadura militar de Salazar, que se instauró en 1933 con un marcado sesgo tradicionalista, católico y alejado del fascismo, que era entendido como una ideología demasiado moderna. En Croacia, el movimiento Ustacha de Ante Pavelic. En Grecia Ioannis Metaxas instauró una dictadura en 1936 de corte fascista, pero permaneció alejado de las potencias del Eje, etc.
PRINCIPALES LÍDERES FASCISTAS EUROPEOS FUERA DE ITALIA Y ALEMANIA
B5/5.2. Distingue símbolos de los fascismos europeos de la Primera Mitad del siglo XX.
PROPUESTA PARA EL TRABAJO INDIVIDUAL RELACIONADO CON LOS DERECHOS HUMANOS
¿QUIÉN FUE GIOVANNI AMENDOLA?
Busca información sobre este político italiano y su papel durante el ascenso al poder del fascismo. Después, en 5 minutos, preséntaselo a tus compañeros y explícales porque es un personaje importante de la historia de Italia y de los Derechos Humanos.
EL FASCISMO EN LA ACTUALIDAD