7 LA I GUERRA MUNDIAL Y LAS REVOLUCIONES RUSAS (1914-1919)

EN EL PRESENTE TEMA VEREMOS LOS SIGUIENTES EPÍGRAFES:

LA GRAN GUERRA

Se ha dicho que Europa se extravió en alguna parte, antes de 1914. El 3 de agosto de 1914, Grey Eduard, ministro de Asuntos Exteriores de Reino Unido, decía: “Las luces se han apagado en toda Europa; no volveremos a verlas encendidas antes de morir“. Era la noche en que Alemania y Reino Unido entraron en guerra.

Quienes eran adultos en 1914 vivieron ese año como el final de una época; los historiadores actuales lo consideran de la misma forma. Cuando comenzó la Gran Guerra, hacía un siglo (desde las guerras napoleónicas) que Europa no había vivido una guerra importante en la que intervinieran todas o la mayoría de las grandes potencias y, desde luego, nunca se había producido una guerra mundial.

Incluso cuando ya todos aceptaban que habría guerra, nadie dudaba de que iba a ser corta; los contendientes estaban convencidos de que celebrarían la victoria por Navidad en casa. Nadie imaginaba entonces que este conflicto sería mortal para tres monarquías y veinte millones de personas, que afectaría gravemente a la población civil, que transformaría países y movería fronteras.

Salvo una minoría de políticos y estrategas militares, nadie podía prever lo destructiva que podría llegar a ser la guerra.

DOCUMENTAL DE PETER JACKSON (DIRECTOR DEL SEÑOR DE LOS ANILLOS Y EL HOBBIT) EN EL QUE RESCATA TESTIMONIOS REALES DE SOLDADOS BRITÁNICOS QUE COMBATIERON EN LA GRAN GUERRA, ILUSTRADOS CON IMÁGENES REALES MODIFICADAS CON COLOR Y EFECTOS 3D, ADEMÁS DE CON EFECTOS SONOROS Y CONVERSACIONES RECREADAS POR ESPECIALISTAS EN LEER LOS LABIOS

1914 inauguró «la era de las matanzas»; la dimensión de las guerras del siglo XX será infinitamente mayor que la de los conflictos anteriores, la tecnología de la muerte adquiría proporciones insospechadas.

La guerra involucró a toda la población; la economía, la vida cotidiana, la mentalidad, se pusieron al servicio de la guerra y este hecho, de por sí novedoso, implicó otras transformaciones. Con los hombres en el frente, las mujeres se ocuparon de la producción y los servicios; la gestión de la guerra exigió un gran protagonismo del Estado. Además, la guerra acarreó una oleada de rebelión y revolución generalizadas; el triunfo de los bolcheviques en Rusia (1917) enfrentó a quienes aspiraban a una nueva sociedad con los que temían la revolución social.

En definitiva, la Primera Guerra Mundial derrumbó la civilización occidental tal como se había construido durante el siglo XIX. En 1914 Europa gozaba de la hegemonía mundial. Era reconocida como la región más dinámica del planeta y estaba profundamente convencida de su posición central como cuna de la revolución científica, artística, política e industrial; su economía dominaba gran parte del mundo, conquistado por sus ejércitos; la población de origen europeo (incluidos los descendientes de los emigrantes) constituía una tercera parte de la raza humana; sus principales Estados constituían el sistema político mundial. La guerra inició el declive del viejo continente.

Antes de la conflagración se vivía en un ambiente de general optimismo, pero 1914 fue el comienzo de la «época de catástrofes», que acabó por transformar radicalmente la vida de casi todos los seres humanos y que se prolongó hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

En la posguerra se quebró la creencia en el progreso indefinido y, súbitamente, la civilización occidental descubrió que no tenía más valores a los que recurrir; el desprecio por la vida humana que marcó la contienda, la bancarrota, el agotamiento material, la amenaza revolucionaria y una paz de venganza hicieron reflexionara muchos sobre la profunda perturbación espiritual que se había producido; pero, a los más, los dejó desorientados y humanamente inermes ante los nuevos abismos de guerra y degradación que se avecinaban.

 

LA REVOLUCIÓN RUSA

Probablemente existen sentimientos comunes a los nombres y mujeres de todas las generaciones, probablemente en cada generación, muchos hombres y mujeres que han vivido una vida de sufrimientos y penurias han soñado con un gran cambio que pusiera el mundo al revés. Probablemente tú mismo lo has soñado alguna vez. Pero son muy pocas las generaciones que han podido presenciar una verdadera revolución, es decir, un cambio que haya dado la vuelta a las bases del pensamiento, del arte, de la economía, de la sociedad y de la política para decenas de millones de seres humanos.

Desde el siglo XVIII hasta hoy se han producido dos cambios de tal magnitud: la Revolución francesa y la Revolución rusa, que estudiaremos a continuación.

La primera “guerra total” que había conocido el mundo fue la de 1914 a 1918, en la que hubo millones de muertos y mutilados, enviados a casa desde los frentes y masas de mujeres y niños hambrientos en retaguardia, así como incontables desgracias para todas las naciones de Europa.

Bajo el peso de aquella guerra muchos creyeron que el viejo mundo se hundiría para siempre. ¿Qué vendría después? La vieja doctrina socialista afirmaba que la caída del capitalismo y la llegada del socialismo eran inevitables. Los partidos socialistas habían crecido en toda Europa y las circunstancias parecían darles la razón a los socialistas revolucionarios que se habían opuesto a la guerra desde el principio.

Por todas partes crecía la conspiración. Desde la ilegalidad, los socialistas revolucionarios preparaban la revolución mundial que, según las predicciones de Karl Marx, empezaría en Alemania. A la espera de recibir una señal para el levantamiento, miles de militantes se encargaban de tenerlo todo dispuesto para el momento crucial en que naciera el nuevo mundo.

Pues bien, la Revolución rusa de octubre de 1917 envió la esperada señal. Se hizo la revolución socialista en Rusia y se originó además el movimiento revolucionario de mayor alcance de toda la Historia contemporánea. Según el historiador Hobsbawm: “Su expansión mundial no tiene parangón desde las conquistas del Islam en su primer siglo de existencia“. Apenas cuarenta años después de esta revolución, dos tercios de la humanidad vivía bajo regímenes de tipo socialista y durante muchos años la política mundial se planteó como un enfrentamiento entre dos sistemas sociales antagónicos: capitalismo y socialismo.

Aquella revolución fue la gran esperanza para quienes querían cambiar el mundo y fue también “el gran miedo” para quienes temían que toda aquella marea sepultara el orden establecido y acabara por volver el mundo del revés.

LENIN ARENGANDO A LAS MASAS EN 1917