EUROPA CENTRAL
BÉLGICA
La industrialización belga comenzó entre 1800 y 1830. Los sectores rectores fueron la industria textil, la metalurgia y la siderurgia. Bélgica contaba con una minería importante, una agricultura desarrollada y una larga tradición artesanal en el textil.
La industria siderúrgica se concentró en torno a Lieja, donde la red de transportes facilitaba la llegada de carbón. El sector textil se desarrolló tanto en Flandes (lino y algodón) como en la región Valona (lana). En 1830 también se creó la banca belga Société Générale, que permitió inversiones en los distintos sectores, en especial el textil y el ferroviario.
FRANCIA
La industrialización francesa fue lenta. Se impuso a partir del Segundo Imperio (1852-1870) y se basó en el desarrollo del sector agrario, en la producción de bienes de consumo y en fábricas pequeñas. El proceso industrializador francés fue diferente al británico:
- Tras la Revolución francesa parte del campesinado tuvo acceso a la propiedad de la tierra, lo que frenó la emigración del campo a la ciudad, al contrario de lo que sucedió en Reino Unido con los cercamientos.
- Las tasas de natalidad bajaron antes que las del Reino Unido, por lo que la población creció a ritmo lento. El efecto fue una menor demanda de productos industriales y menos mano de obra disponible.
En Francia siguió predominando el sector agrícola durante las primeras décadas del siglo XIX, con gran número de rentistas. Las inversiones se dirigieron sobre todo al mercado inmobiliario, en vez de a la industria. Los mayores consumidores eran las clases altas, por lo que la industria se orientó a la elaboración de productos de lujo.
LOS ESTADOS ALEMANES
A comienzos del siglo XIX Alemania no contaba con un espacio económico común, pues estaba dividida en infinidad de territorios independientes y había 1.800 aduanas interiores, lo que dificultaba los intercambios comerciales. La unificación económica comenzó entre 1815 y 1834, con ia creación de la Unión Aduanera o Zollverein (1834). Aun así, Alemania continuó siendo un mosaico de Estados separados hasta 1870, lo que dificultó su industrialización.
Los sectores más dinámicos fueron la siderurgia y la metalurgia, potenciadas por el desarrollo del ferrocarril. La industrialización comenzó en las regiones del Ruhr, Sarre y Silesia, donde existían grandes reservas de hierro y carbón.
Un factor decisivo para la industrialización alemana fue el desarrollo de un sistema educativo orientado hacia la ciencia aplicada y la técnica. También contribuyó a la industrialización la existencia de una clase empresarial y un Estado interesados en la misma.
LA DIFUSIÓN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL: EL RESTO DEL MUNDO
PAÍSES EUROPEOS DE INDUSTRIALIZACIÓN TARDÍA
Como algunas zonas (el área mediterránea, incluida España, por ejemplo) entraron tardíamente en la industrialización, su atraso respecto a otros países no podía recuperarse, porque para ello se hubieran requerido inversiones enormes que estaban fuera de su alcance. En estos casos, la industrialización tuvo que hacerse a partir de capitales extranjeros y resultó ser regional, conviviendo con un país rural y atrasado.
Rusia, por ejemplo, también tuvo que hacer su tardía industrialización basada en la inversión extranjera y el apoyo del Estado.
FUERA DE EUROPA: EEUU Y JAPÓN
La industrialización llegó primero a los Estados Unidos. Comenzó con la producción textil en los estados del Este, a principios del siglo XIX, y creció asociada a la conquista del Oeste.
Los pioneros ocupaban las tierras del interior y las defendían contra las reivindicaciones de la población autóctona (indios de distintas tribus). Por otra parte, en los años treinta y cuarenta los EEUU se anexionaron Texas, Nuevo México y California, a costa de México.
Por todo el territorio se extendió después el ferrocarril, que transportaba los productos agrícolas del interior a la costa y la manufactura en dirección contraria. El ferrocarril desarrolló a su vez la industria siderúrgica, pero además no conviene olvidar que los Estados Unidos tenían un gran mercado interior y una amplia zona de mercado exterior en América central y del sur.
Debe añadirse que en EEUU vieron la luz algunos de los grandes inventos de la Revolución industrial, tales como la máquina cosechadora, los arados de acero, las máquinas de coser o los revólveres, entre otras cosas.
Por su parte, Japón empezó su industrialización en la era Meijí, que se inauguró en aquel archipiélago debido a la presión de los Estados Unidos y otras potencias para que se aviniera al libre comercio.
La organización del Estado cambió por completo y adoptó modelos occidentales: el territorio se dividió en prefecturas, al estilo francés, y la Marina y el Ejército se reestructuraron según los modelos británico y alemán.
Los logros fueron muy rápidos. Baste como ejemplo que en 1872 se inauguró el primer ferrocarril entre Tokio y el puerto de Yokohama y, a finales de siglo, todo el país estaba cubierto de vías férreas (4.000 millas). Desde 1868 y hasta principios del siglo XX, Japón se industrializó con el apoyo del Estado, que subsidió la industria y se convirtió en su mejor cliente, dándole negocios como, por ejemplo, la construcción de una gran marina de guerra.
LA PERIFERIA DEL SISTEMA
La industrialización que había comenzado en Europa occidental se extendió, como hemos visto, por distintas zonas del planeta. Pero lo que para unos supuso el progreso, para otros fue la ruina y la vuelta atrás, especialmente en las zonas colonizadas.
Así, por ejemplo, en la India se habían producido siempre los apreciados tejidos de algodón (indianas) con los que los ingleses asentados en Bengala comerciaban con toda Europa.
Cuando Reino Unido decidió que era más rentable producir estos tejidos en la metrópoli, por medio de la producción mecanizada y trayendo la materia prima de América, la India asistió al hundimiento de su economía tradicional, pues los ingleses llegaron a destruir sus telares para evitar la competencia.
Desde los inicios de la Revolución industrial estaba claro que el problema del atraso económico no podía solucionarse exportando tecnología, como tampoco puede solucionarse hoy de esta manera «el problema del Tercer mundo», pues, para producir un desarrollo económico, debe darse un desarrollo entre la población, los recursos agrarios y la industrialización.
Durante siglos, China tuvo una tecnología más avanzada que la occidental, pero carecía de muchas otras condiciones necesarias para realizar la Revolución industrial, y en el nuevo sistema pasaría a convertirse en zona colonial de reparto entre las nuevas potencias.
LA PRIMERA GRAN EXPANSIÓN CAPITALISTA
LA EXPANSIÓN DEL CAPITALISMO
La Revolución industrial había nacido en Reino Unido y se había empezado a extender por otros países dentro y fuera de Europa, haciendo nacer un trasiego de mercado sin precedentes en la Historia. Las mercancías viajaban de Asia a Europa, de Europa a América, de Europa a Asia. En todas partes del mundo había mercado para vender manufacturas, materias primas para comprar a bajo precio y, en fin, ocasiones para el negocio. Mediado el siglo XIX, las exportaciones británicas a Turquía se multiplicaron por seis, por cuatro a América Central y del Sur, por cinco a la India y por quince a Australia.
Entre 1845 y 1870 fue cuando se extendió por el mundo el capitalismo, cuando parecía que el negocio no tenía límite geográfico y el planeta abría todos sus caminos para que fueran recorridos por los mercaderes. Por entonces comenzó a crearse un solo mundo y se alumbraba este que conocemos los humanos del siglo XXI: un mundo único o, mejor estaría decir, un mundo integrado en un único mercado.
El comercio mundial se multiplicó por cinco entre 1830 y 1870. Por poner un ejemplo, la exportación de tejido de algodón británico se triplicó en ese mismo periodo. Para abastecer ese mercado sin límites, habían aparecido los nuevos inventos y nuevas potencias económicas,y se impuso en todas partes la libertad de comercio.
Ulysses S. Grant, presidente de los Estados Unidos, decía en 1873: «Como quiera que el comercio, la educación y la rápida transición del pensamiento y la materia lo han cambiado todo mediante el telégrafo y el vapor, creo más bien que el Gran Hacedor está preparando el mundo para que sea una nación, hable un idioma y sea una perfección completa que haga innecesarios los ejércitos y las armas».
La euforia económica de este capitalismo sin fronteras se mostraba de manera singular en las Exposiciones Internacionales. El país que acogía cada exposición solía celebrarlo con la inauguración de algún monumento deslumbrante (Crystal Palace en Londres, la Torre Eiffel en París…). En 1867, 50.000 firmas comparecieron en París y en 1876 se celebró la mayor de todas en Filadelfia.
Los avances de la ciencia se transformaban rápidamente en ingenios para producir más barato y en mayor cantidad, o para trasladar a gran velocidad manufacturas o materias primas de un lado a otro del planeta, o para renovar las producciones clásicas:
- El acero: si el hierro había sido fundamental para la maquinaria de la Revolución industrial, en estos años la industria comienza a utilizar la tecnología del acero. El hierro, combinado con una medida dosis de carbono, adquiría cualidades que lo hacían más resistente y elástico. El sistema Bessemer (1856) y el horno Siemens (1864) permitían producir acero en grandes cantidades.
- La industria química, que estaba surgiendo en estos años, fabricaba sosa cáustica (base de los jabones), medicinas, cloroformo (el anestésico más usado), explosivos, gomas derivadas del caucho, leche maternizada, hielo industrial, abonos químicos, fósforos…
- Los adelantos de la física y la química permitían, desde 1826, registrar una imagen fija (fotografía) y se investigaba con ahínco la manera de reproducir imágenes en movimiento. Habían aparecido además nuevas ramas de producción al calor de nuevos inventos: las lámparas que utilizaban el petróleo como combustible, los explosivos, la fotografía, las máquinas de coser. La producción en serie mostraba su rentabilidad, especialmente en la industria de armas en EEUU.
- La emigración masiva del campo a las ciudades hizo que se desarrollara el sector de la construcción como nunca antes lo había hecho.
Era un mundo mucho más ancho por cuya superficie seguía extendiéndose el ferrocarril, que llegó por entonces a atravesar por completo el subcontinente indio, mientras el camino de los raíles se extendía desde la costa atlántica de EEUU hasta el Pacífico y se convertía en un instrumento fundamental de la “conquista del Oeste”, pues ayudaba decisivamente a expandir el comercio y a barrer a la población india que habitaba las praderas.
Los transportes ya no eran nacionales, sino transnacionales o transcontinentales. Se podía viajar desde la orilla del Canal de la Mancha a Moscú o a Sevilla, atravesar la India o viajar por Egipto.
En 1869 se inauguraba el canal de Suez (obra planificada y dirigida por el ingeniero Fernando de Lesseps), que hacía posible la travesía Marsella-Bombay en un mes. Hasta ese momento la navegación entre Londres y la India rodeando África duraba tres meses.
También otras comunicaciones se mostraban llenas de posibilidades. La invención del telégrafo haría posible una difusión rápida y sin límites de las noticias. En 1844 se transmitió el primer mensaje telegráfico entre Washington y Baltimore. Desde entonces se tendieron cables que enlazaban las ciudades importantes.
Para esta expansión ilimitada, los capitales de la banca parecían no tener fin. Siempre había una inversión rentable. El secreto era el capital barato y los grandes beneficios: algunos años ciertas entidades bancarias llegaron a tener beneficios de hasta el 50 por 100 (el Credit Mobilier francés, por ejemplo) y actuaban como bancos mundiales, porque se estaba consolidando un mercado internacional de capitales. El capital europeo invertía en todo el mundo y ponía en explotación las minas, las plantaciones, los ferrocarriles, los barcos y el telégrafo. Los capitales, igual que las mercancías y las personas, se movían a lo largo y ancho del mundo por encima de las fronteras nacionales.
EXPLORADORES, AVENTUREROS, MISIONEROS, PROFETAS Y VIAJEROS
El mundo entero se abría por primera vez ante los ojos admirados de europeos y norteamericanos. Ningún obstáculo resistía ante el progreso. Montañas enteras eran horadadas a pico y pala para abrir paso al ferrocarril, maquinistas ingleses se desplazaban a Australia para poner en funcionamiento nuevas líneas. Por todas partes aparecían empresarios de las comunicaciones, algunos con ideas muy avanzadas, que aspiraban a crear un mundo único y justo para todos los hombres. Era la edad heroica de la ingeniería.
A la vez que crecía el comercio mundial y se multiplicaba la velocidad de los transportes, surgieron las grandes aventuras de exploración. Fueron a veces misiones de política exterior, otras fueron fruto del entusiasmo misionero o de la curiosidad científica. Incluso en ocasiones se dieron por encargo de uno u otro periódico, financiado a su vez por empresas que veían en ello una buena inversión para la publicidad de sus productos.
Así, por ejemplo, David Livingstone (1813-1873) exploró África para extender la fe del cristianismo calvinista y en seis años vendió 30.000 ejemplares de su libro de viajes.
Por su parte, el famoso explorador Henry M. Stanley (1841-1904), periodista del New York Herald, enviaba crónicas a su periódico, que aumentó mucho la tirada debido a sus artículos, que eran inmediatamente reproducidos en otras publicaciones y se seguían apasionadamente en Europa y América.
Todos querían conocer los nuevos descubrimientos. Los periódicos y revistas multiplicaban sus ventas insertando reportajes y noticias llegadas de extremos remotos del mundo a través del telégrafo. Los viajes eran contados en tertulias o publicados en libros que los lectores devoraban con avidez, e incluso algunos escritores más imaginativos, como Julio Verne, acumulaban noticias y conocimientos suficientes para imaginar viajes fantásticos y aventuras en las que se daba “La vuelta al mundo en ochenta días”.
El mundo entero enloqueció con la fiebre de los viajes y se llenó de aventureros que enviaban crónicas a los periódicos de exploradores que trabajaban por cuenta de los ejércitos, de los gobiernos o de las sociedades científicas.
Entre los científicos, por cierto, tal fiebre hizo estragos: los entomólogos buscaban insectos en las selvas recientemente descubiertas, los zoólogos clasificaban nuevas especies, los antropólogos estudiaban las costumbres de algunas tribus de continentes lejanos, convivían con ellas largas temporadas y escribían libros que eran la admiración de todos. Algunos incluso hacían viajes arriesgados por el mundo comparando especies animales e intentando sacar deducciones que les permitieran elaborar complejas teorías científicas. Éste fue el caso de Charles Darwin, que, embarcado en una goleta militar, estudió con atención el tamaño y forma del pico de unos pájaros de las islas Galápagos. En ese viaje comenzaría a elaborar su teoría sobre el origen de las especies.
Desde luego, también tenían mucho interés en tales aventuras los grandes capitales europeos, que veían cómo éstas contribuían a ensanchar indefinidamente los mercados. Rutas nuevas, lugares nuevos, mercados nuevos: minerales, cultivos industriales, tintes, energía, materias primas para la industria producidas a bajo precio por mano de obra muy barata y mercados sin límite donde poder vender todo tipo de cosas a todo tipo de precios. La estela de los aventureros era seguida por las bolsas de valores.
Las Iglesias ecuménicas y nacionales enviaban a sus misioneros a extender en las zonas recién descubiertas “la fe verdadera” que sacara a estos pueblos del “engaño” de sus religiones propias. Los gobiernos tenían interés en todas las aventuras que abrieran nuevos caminos y descubrieran nuevos lugares, pues la capacidad de dominar o no anchas zonas del planeta se había convertido en el signo inequívoco de la grandeza de los Estados.
Los trabajadores se trasladaban de un lado a otro del planeta. Como ejemplo puede servir el siguiente: chinos, chilenos, peruanos, británicos, irlandeses, alemanes, mexicanos, emigraron en poco tiempo a California cuando, alrededor de 1850, se comenzó a extender la noticia de que en aquellas tierras había oro.
La emigración masiva de los europeos por todo el mundo empezó en los años cuarenta, en los que salieron de Europa 250.000 personas al año, que aumentaron a 350.000 en los años cincuenta. Observa el ejemplo de los gallegos que fueron a trabajar a las plantaciones de caña de azúcar en Cuba en condiciones de semiesclavitud, tienes el documental más arriba.
REPASA LA SECCIÓN “TEMA”, OBSERVA EL SIGUIENTE MAPA DE EUROPA DE 1860 Y SIGUE LAS INSTRUCCIONES:
- PINTA EN COLOR ROJO LAS REGIONES MÁS INDUSTRIALIZADAS DEL CONTINENTE PARA 1860 E INSERTA UN CUADRO DE TEXTO CON SU NOMBRE
- PINTA EN COLOR ROSA LOS PAÍSES QUE PUEDEN CONSIDERARSE INDUSTRIALIZADOS EN ESTA ÉPOCA E INSERTA UN CUADRO DE TEXTO CON SU NOMBRE
B2/4.1. Localiza en un mapa los países industrializados y sus regiones industriales.
LA HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA
EN LA SECCIÓN TEMAS SE COMENTA QUE EL SIGLO XIX FUE UNA CENTURIA EN LA QUE SE DESARROLLARON MUCHOS DE LOS INVENTOS QUE NOS PERMITEN EN LA ACTUALIDAD TENER UN ESTILO DE VIDA MUY DIFERENTE AL QUE TENÍAN LOS HABITANTES DE EUROPA A MEDIADOS DEL SIGLO XIX.
VAMOS A CENTRARNOS EN UNO DE ESOS INVENTOS: LA FOTOGRAFÍA. ECHA UN VISTAZO AL EJEMPLO DE FOTOGRAFÍA QUE HAY EN LA SECCIÓN TEMAS Y DESCRIBE EL MOTIVO POR EL QUE ES TAN IMPORTANTE. A CONTINUACIÓN, BUSCA EN INTERNET OTRAS TRES FOTOGRAFÍAS DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX, DI QUE APARECE, DE QUÉ AÑO ES EXACTAMENTE Y EL MOTIVO POR EL QUE LA HAS ELEGIDO.
PROPUESTA PARA EL TRABAJO INDIVIDUAL RELACIONADO CON LOS DERECHOS HUMANOS
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