B5/12. El Antisemitismo: el Holocausto.
LA EXPLOTACIÓN ECONÓMICA DE LOS PAÍSES CONQUISTADOS
La estrategia alemana de la «guerra relámpago» presuponía una guerra corta, y su prolongación creó problemas. El ministro de Armamento y Municiones del Reich, Albert Speer, logró llevar al máximo la capacidad de producción bélica de la industria alemana. Pero desde 1942 Alemania no era capaz de mantener el esfuerzo de la guerra solo con sus recursos. Por eso se diseñó una política de explotación, saqueo y rapiña de los recursos humanos y económicos de los países ocupados.
Los países conquistados tuvieron que pagar los gastos militares de la ocupación y además fueron saqueados: requisa de materias primas, de productos industriales y alimenticios, expoliación de bienes judíos, etc.
El régimen de ocupación fue especialmente duro en Europa oriental, donde se establecieron miles de campos de trabajo, en los que las SS y los grandes conglomerados industriales alemanes explotaron sin límites a una mano de obra esclava. Unos ocho millones de civiles y prisioneros de guerra fueron deportados a Alemania y empleados en las fábricas de armamento o en el sector agrario.
Así, mientras que la población alemana mantuvo un cierto grado de bienestar, la penuria, el racionamiento, el hambre y el «mercado negro» recayeron sobre las poblaciones de los países conquistados.
LA GUERRA DE ANIQUILACIÓN Y EL HOLOCAUSTO JUDÍO
Los campos de concentración fueron concebidos fríamente para exterminar a los enemigos del régimen. Durante la guerra, en pleno auge del racismo, fueron empleados para exterminar grupos étnicos, políticos o pueblos enteros, genocidio que constituye el más grande de los crímenes nazis contra la humanidad.
Perseguidos políticos (entre los que se encontraban los exiliados republicanos españoles), homosexuales y «pueblos inferiores»: judíos, gitanos, eslavos, fueron sometidos a un exterminio calculado y sistemáticamente organizado (la «guerra de aniquilación»), completado con medidas que impedían la reproducción (esterilización, aborto, separación de hombres y mujeres).
De la mera represión de los primeros tiempos se pasó a la explotación de los recluidos; quienes llegaban a los campos enloquecidos o muy débiles, los niños y los ancianos, eran eliminados; el resto eran empleados en trabajos muy duros hasta la extenuación (era la «eliminación por el trabajo»). También se comerciaba con los cadáveres, con el cabello o la grasa humana destinada a la fabricación de jabón, con los huesos calcinados destinados a la fabricación de superfosfatos o con las joyas, dientes de oro y todos los objetos de los cadáveres con los que se pudiera comerciar. Los deportados eran utilizados como cobayas humanas en todo tipo de experimentos; en personas sanas se experimentó con el tifus, el cáncer, la tuberculosis, la resistencia a la altura, en operaciones quirúrgicas; también las empresas los practicaban, la casa Bayer experimentó un soporífero en 150 judías que murieron. Millares de hombres, mujeres y niños murieron en estas terribles pruebas.
LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN AL DESCUBIERTO
ESPAÑOLES EN CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
Algunos campos fueron especialmente destinados a los judíos, la mayor obsesión de Hitler; según la propaganda nazi eran portadores de todo tipo de taras físicas, psíquicas y morales. Las medidas antisemitas se introdujeron en todas partes: deportaciones, multas, confiscaciones, reducción del racionamiento. Finalmente, en 1941, se llegó a formular la «solución fina», la aniquilación del pueblo judío. Primero se utilizaron los camiones fantasma, furgonetas herméticas que al ponerse en marcha desprendían en su interior monóxido de carbono. Más tarde se acudió a sistemas más rápidos y baratos; se multiplicaron los campos de concentración y se instalaron hornos crematorios en Treblinka, Buchenwald, Auschwitz y tantos otros. El último acto fue la destrucción de los guetos de varias ciudades, donde habían sido confinadas comunidades judías numerosas. En el gueto de Varsovia fueron confinados 400.000 judíos, de los que en 1943 solo quedaban 40.000, que fueron también aniquilados tras una insurrección a la desesperada.
LA GRAN ASIA JAPONESA
La expansión japonesa, como la alemana, se basó en la creencia en la superioridad de su raza y en la misión histórica de demostrar la superioridad de un pueblo de color sobre la raza blanca. Eso convertiría a los nipones, según ellos mismos, en los «liberadores» de los pueblos asiáticos, a quienes ayudarían a expulsar a las potencias coloniales para que Japón dirigiera su desarrollo político y económico.
Para justificar su preeminencia se difundió la idea de una Esfera de Co-prosperidad asiática o Gran Asia Japonesa, basada en la cooperación de los pueblos «liberados» con sus protectores japoneses.
En la práctica, las necesidades de la guerra hacían imposible cualquier entendimiento con los pueblos sometidos, pues debían atender a la defensa del Imperio y ponerse al servicio de su economía de guerra; gracias a ellos Japón dispuso de recursos energéticos y materias primas (carbón, petróleo, estaño, caucho). El ejército trataba despóticamente a la población y era el verdadero señor de los territorios ocupados, que estaban obligados a mantener a las tropas.
No faltaron masacres, que sin llegar al nivel de sadismo y crudeza del nazismo, acabaron con la vida cientos de miles de seres humanos a los que en algunos casos se les asesinó con verdadera saña y brutalidad. El ejemplo más conocidos es el de la masacre de Nankín, que tuvo lugar el el 13 de diciembre de 1937. Y en la que el ejército japonés llevó a cabo acciones de pillaje, violación y asesinato de civiles y prisioneros de guerra.
El alcance de las atrocidades es debatido, pero se estima una cifra de muertos no combatientes superior a 300.000 personas.
Los nuevos amos se limitaron a reemplazara los antiguos dominadores blancos, sin que fueran capaces de ninguna transformación económica o mejora de la explotación de los recursos. La escasez de manufacturas, que antes llegaban de Europa y América, las exigencias de mano de obra y la falta de alimentos provocaron privaciones, caos en la economía y, en consecuencia, descontento popular.
A menudo cayeron en la tentación de convertir el Imperio en una prolongación del Japón, imponiendo su ley, lengua, costumbres, incluso religión. Con ello, al descontento del pueblo se unía el de las élites indígenas, que sintieron la humillación de estas prácticas y del claro sentido de superioridad que tenían los militares japoneses. Todo ello acabó frustrando el intento nipón de captar para su causa a los nacientes nacionalismos de la zona.
COLABORACIÓN Y RESISTENCIA
LOS COLABORACIONISTAS
La mayor parte de la población de los países ocupados bajó la cabeza ante la invasión nazi e intentó sobrevivir lo más dignamente posible, pero al mismo tiempo, se formaron grupos dispuestos a integrarse en el aparato del nuevo orden, bien fuera por afinidades ideológicas, por oportunismo o a cambio de favores y beneficios; eran los colaboracionistas.
La Alemania nazi tenía grupos de simpatizantes y colaboradores en todas partes, salvo en Polonia y en la Unión Soviética, donde la dureza de la ocupación provocó la reacción contra el ocupante. A veces eran alemanes de origen, que recibieron un trato de privilegio en las zonas ocupadas; otros fueron captados por la intensa propaganda, que seguía los métodos utilizados con éxito por Goebbels en Alemania, o pertenecían a grupos fascistas que existían antes de la guerra, ahora notablemente aumentados; en otros casos se crearon gracias al dinero alemán.
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LA RESISTENCIA
En el extremo opuesto se desarrollaron los movimientos de resistencia. Al principio fueron poco importantes, pero crecieron estimulados por la gran alianza antifascista mundial y sobre todo desde 1944, a medida que el Reich declinaba.
El rechazo ideológico, la reacción ante la tiranía nazi y el deseo de escapar al trabajo forzoso alimentaron organizaciones civiles y grupos armados de guerrilleros. La resistencia armada organizada, aunque no se puede minimizar, en general no fue decisiva militarmente salvo en la URSS y en algunas zonas de los Balcanes; en cualquier caso, el arrojo de resistentes y partisanos fue inestimable en labores de información, sabotajes, redes de evasión para personas perseguidas por los ocupantes, organización de huelgas o guías de los destacamentos aliados e incluso colaboración militar cuando se produjo la gran ofensiva contra el Eje. Las represalias alemanas eran siempre atroces e indiscriminadas.
La Resistencia tuvo también un gran impacto moral, al mostrar que la dominación alemana no era inevitable, lo que mantenía viva la esperanza de las poblaciones, alimentada por una prensa clandestina que en algunos lugares llegó a tener regularidad y gran tirada. En política, favoreció las coaliciones de todas las fuerzas decididas a resistir al fascismo; estas agrupaciones cimentaron la legitimidad de los gobiernos de la posguerra que crearon una mitología de la Resistencia por encima de su papel en el transcurso de la guerra.
Ideológicamente se orientaban hacia la izquierda, a pesar de que hombres tan significados como De Gaulle fueran conservadores. Era claro el predominio de los comunistas, a cuyo favor jugó su sólida estructura organizativa, que les facilitaba la lucha en la clandestinidad; su internacionalismo les proporcionaba coordinación internacional, respaldada por la URSS, y atraía a los antifascistas por encima de sentimientos patrióticos; su apasionada entrega a la causa despertaba la admiración de los más valientes. Ese protagonismo les condujo después de la guerra a sonadas victorias electorales, aun en lugares muy alejados de la revolución social; durante la guerra sufrieron numerosas bajas.
Los japoneses fueron acogidos al principio favorablemente, salvo por los comunistas, pero su actuación brutal cambió pronto la opinión. El aplazamiento de las promesas de independencia decepcionó a los nacionalistas que al principio les habían ayudado, confiando en conseguir la emancipación. El comportamiento de los dominadores les enfrentó con nacionalismos muy arraigados como los de Filipinas o Birmania; en China la oposición fue siempre durísima y estimuló la reacción de otros territorios como Indochina o Indonesia.
En cualquier caso, la alianza antifascista internacional, los movimientos de resistencia y las guerrillas destacaron el aspecto ideológico y de guerra civil que adquirió el conflicto.
B5/8.1. Analiza imágenes que explican el Holocausto llevado a cabo por la Alemania Nazi.
PROPUESTA PARA EL TRABAJO INDIVIDUAL RELACIONADO CON LOS DERECHOS HUMANOS
EL CASO DE ANA FRANK ES MUY CONOCIDO, BUSCA EN INTERNET ALGÚN EJEMPLO PARECIDO, PERO MENOS CONOCIDO. EXPLICA TUS COMPAÑEROS EN 5 MINUTOS QUE LE PASÓ A ESA PERSONA Y COMO VIVIÓ LA PERSECUCIÓN NAZI.
UNA PISTA: UNA CHICA POLACA FUSILADA EN 1942 POR LOS NAZIS VIVIÓ UNA PESADILLA MUY PARECIDA A LA DE ANA FRANK. BUSCA INFORMACIÓN