LAS TENSIONES INTERNACIONALES
EL TRASFONDO ECONÓMICO
El desarrollo de la industria germana supuso una fuerte competencia para Gran Bretaña y Francia, que hasta entonces dominaban hegemónicamente el mercado internacional. Incluso Francia comenzó a comprar más productos industriales germanos que británicos. En Rusia, las importaciones alemanas cuadruplicaron a las británicas, y algo similar sucedía en casi todos los países europeos.
Alemania se benefició en el continente de su situación territorial y del desarrollo de su red ferroviaria, que favorecía la rapidez en sus transacciones comerciales, y de la fama adquirida por sus acerías. Gran Bretaña comenzó a ver en Alemania a un rival comercial.
Durante este periodo, las grandes potencias coloniales establecieron un mercado cerrado con sus colonias, lo que se tradujo en el abandono del sistema de librecambismo y la implantación de un sistema de neomercantilismo en las relaciones comerciales internacionales.
- De las colonias se extraían las materias primas para el consumo y la industria, y la mano de obra.
- A las colonias se exportaban los excedentes comerciales.
El resultado de esta política fue el establecimiento de nuevos aranceles comerciales y la instauración de políticas proteccionistas. Las tarifas aduaneras eran un “arma de combate” en la lucha económica y, como esas tarifas y los tratados comerciales los establecían los Estados, la negociación sobre ellos ocupaba un lugar importante en las relaciones diplomáticas, y cuando las negociaciones fracasaban, las relaciones políticas se perturbaban.
En general, el modo de tratar la competencia económica favorecía la crispación, pero este hecho, aun siendo fundamental, no era el único, y otros elementos hacían aún más inestable la situación. Algunos autores, entre ellos Lenin en su pequeño tratado El imperialismo, etapa superior del capitalismo, publicado en 1915, propusieron una explicación puramente económica de las causas de la guerra.
LOS INTERESES DE LAS POTENCIAS
Desde 1870 la unión de Alemania trastocó las relaciones entre los Estados. Alemania se sentía orgullosa de haberse convertido en digna rival de las grandes potencias, buscaba el reconocimiento de un tipo de supremacía como la de los ingleses y aspiraba además a la hegemonía en el continente.
Desde la victoria frente a Napoleón III (1870) los prusianos habían empezado a preparar un futuro enfrentamiento contra Francia y contra Rusia. Desde 1890 también deseaban forjar un imperio colonial en un mundo que estaba ya repartido entre los países que se habían industrializado antes; para eso necesitaba una poderosa marina. Ingleses y franceses, dirigentes de la Europa moderna desde el siglo XVII, no podían dejar de sentirse inquietos.
Reino Unido estaba decidida a mantener su dominio en los mares y su liderazgo comercial y financiero; en el continente prefería mantenerse al margen (espléndido aislamiento) con tal de que una sola potencia no predominara sobre las demás; veía con preocupación cómo otros Estados europeos se movían en torno a Berlín y cómo Alemania la desafiaba en todos los campos: la industria, el comercio, la creación de colonias en África y en el Próximo y Lejano Oriente. Pero lo que más alarmaba era que Alemania estaba construyendo una poderosa marina.
Francia no olvidaba la humillación de 1870 ante Alemania (Guerra franco-prusiana), ni la pérdida de Alsacia y Lorena, y, como muchos otros, desconfiaba de la arrogancia militar alemana. Por otro lado, su antigua enemistad con Reino Unido continuaba ahora con sus enfrentamientos en la expansión imperialista.
En el este de Europa, Austria y Rusia eran dos imperios declinantes, enemigos tradicionales a causa de la expansión de ambos por los Balcanes a costa del Imperio turco. Austria temía el paneslavismo ruso, pues ella misma estaba habitada por minorías eslavas, mientras que Rusia estaba resuelta a ser reconocida como protectora de los eslavos y muy particularmente del reciente reino de Serbia, desde donde se animaba a los eslavos austríacos. En Austria, sometida a las tensiones centrífugas de los nacionalismos, la guerra era para el Alto Mando una manera de resolver el problema nacional y bastaba que estallase un conflicto en el interior del país o en el exterior (con los serbios o los rusos) para que a los jefes del ejército “se les subiese la sangre a la cabeza”.
Rusia quería además el control de Constantinopla y la apertura de los estrechos a su flota, lo que desagradaba a Austria y hacía recelar a Reino Unido, que no quería ver el control de esta importante ruta al Mediterráneo en manos de Rusia, con la que tenía disputas en Asia.
Italia y Austria también eran antiguas enemigas y la primera todavía reclamaba, para completar su unificación, los territorios irredentos del Tirol e Istria, bajo dominio austríaco.
LA WELTPOLITIK Y LAS NUEVAS ALIANZAS
EL FIN DE LOS SISTEMAS BISMARCKIANOS
Tal y como vimos en el tema anterior, Bismarck estaba siguiendo una política de paz, pues temía que otra guerra europea hiciera saltar por los aires el Imperio que tanto le había costado formar. Manejó con prudencia la política exterior evitando el expansionismo, tanto en el continente como en las zonas de ocupación imperialista. Reforzó el Estado, fortaleció la economía y desempeñó un papel preponderante en el ámbito internacional como arbitro y mediador de las relaciones entre las potencias. Si recuerdas, consiguió reunir en Berlín a los Estados implicados en los dos focos de mayor tensión del momento: los Balcanes y la expansión imperialista (Congreso de 1878 para los Balcanes y Congreso de 1885 para regular los asuntos africanos).
Además, había conseguido mantener la Liga de los Tres Emperadores (Alemania, Austria y Rusia), que vinculaba las potencias con afinidades en sus sistemas políticos e impedía que potencias del Este y el Oeste se aliaran para atacar Alemania.
En 1879 se formó el compromiso militar más importante de Centroeuropa desde entonces, la Dúplice Alianza, que reforzaba la unión de Alemania con Austria; a ellas se unió, desde 1882, Italia. Con ello quedó conformado uno de los bloques, la Triple Alianza. Consistía, en resumen, en que si algún miembro se veía envuelto en una guerra, sus aliados acudirían en su ayuda con las armas.
LA WELTPOLITIK Y LA TRIPLE ENTENTE
Pero desde 1890 el nuevo káiser, Guillermo II, apoyado por grupos expansionistas, comenzó la Weltpolitik (política mundial) y reclamó un lugar en el reparto colonial. Obligó a dimitir a Bismarck debido a sus diferencias internas en cuanto al trato a los trabajadores y la prudencia del antiguo canciller fue sustituida por los afanes de expansión y no hubo nadie con suficiente habilidad para mantener su intrincada política de alianzas.
El acuerdo ruso-alemán fue abandonado. Los franceses, aislados hasta entonces y temerosos de la Triple Alianza, aprovecharon la nueva situación para aliarse con Rusia (1894). El acercamiento entre Rusia y Francia, que Bismarck tanto había querido evitar, estaba consumado.
El temor que provocaba Alemania condujo también a que Reino Unido saliera de su aislamiento. Suscribió la Entente Cordiale (1904) con Francia, su antigua rival, para resolver litigios coloniales.
Por su parte, otros viejos adversarios, Reino Unido y Rusia, llegaban a acuerdos sobre su expansión en la zona de Persia en 1907. Desde esta fecha Reino Unido, Francia y Rusia actuarán juntas; quedaba constituida la Triple Entente que a partir de entonces se enfrentaría al bloque centroeuropeo de la Triple Alianza de Alemania, Austria e Italia.
Por la importancia que había cobrado la opinión pública en la «era de la democracia», estas alianzas se presentaron como defensivas (el mismo argumento con que más tarde se justificó la guerra). Pero lo cierto era que acababa la época de relativa paz y estabilidad internacional que había prevalecido hasta 1890 y aparecían dos bloques hostiles y poderosos, cuyos compromisos hicieron que los Estados aliados se involucraran en los conflictos de cualquiera de ellos
LA CARRERA ARMEMENTÍSTICA
En general, los hombres de Estado pensaban que no tardaría en producirse una guerra que involucrara a todas las potencias. Para unos era probable y para otros inevitable. Razonaban y actuaban como impulsados por una fuerza invencible. Reforzaban las alianzas para conseguir seguridad y, con ello, contribuían a agrandar el peligro.
En esta situación, los Estados Mayores de los ejércitos se creían en el deber de preparar el ejército y la flota para afrontar victoriosamente una posible guerra; presionaban para aumentar los recursos de material y soldados en tiempos de paz, para poder proceder a una rápida movilización. Alemania, Francia y Rusia competían en el armamento terrestre; en el armamento naval la carrera era feroz entre Alemania y Reino Unido. Se elaboraban planes detallados para hacer frente a un posible enemigo.
Cuando hay ejércitos preparados para la guerra, sus mandos tienden a emplearlos; por otro lado, la carrera armamentística hacía que quien tuviera una ventaja en cualquier momento creyera que ésa era la ocasión para enfrentarse con éxito; el Estado Mayor alemán pensaba así en 1913, lo que era grave, porque en Alemania los militares tenían mucha influencia en asuntos de Estado.
EL NACIONALISMO Y LAS CRISIS DE PREGUERRA
Los pueblos estaban influidos por tendencias contrarias. Si unas llamaban a la paz, otras favorecían la guerra. En última instancia, los sentimientos nacionalistas excluyentes prevalecerían sobre los valores democráticos, el socialismo o la religión.
Además, entre 1904 y 1914 Europa había vivido la amenaza de una guerra general. Dos eran los focos en torno a los que las crisis se sucedían: los Balcanes, escenario de la rivalidad austro-rusa, y la zona de Marruecos, donde forcejeaban alemanes y franceses bajo la atenta mirada de Reino Unido; la solución provisional de cada situación conflictiva provocaba un suspiro general de alivio, interrumpido casi de inmediato por la crisis siguiente.
LOS PUEBLOS Y EL NACIONALISMO
La carrera de armamentos había sido provocada por la creciente tensión diplomática, pero, a su vez, había contribuido a agravarla, pues los gobiernos, para que se aceptasen los impuestos necesarios, habían apelado al sentimiento nacionalista que estimulaba el clima de sospecha hacia un enemigo potencial.
Cada una de las naciones acabó por tener el sentimiento de estar rodeada de enemigos que miraban con malos ojos su prosperidad, su desarrollo y ponían en entredicho su existencia misma. Desde hacía treinta años, la difusión de la instrucción (educación), de la prensa, de los deportes, contribuía a exaltar la superioridad del país propio, a demostrar el poder de su Estado y a asegurar su prestigio.
Incluso las ciencias y las artes se vieron afectadas; el darwinismo se convertía en social y político; la nueva ciencia genética derivaba, en ocasiones, en eugenesia; algunas corrientes de la vanguardia artística como el futurismo exaltaban la capacidad creadora de la lucha. Un ambiente de apasionamiento iba ganando la opinión pública.
Había también corrientes, que parecían poderosas, alarmadas por la escalada belicista, que defendían la paz y el interés superior de la humanidad y que sirvieron de base al movimiento pacifista internacional. Las organizaciones pacifistas planearon una acción común que denunciaba el peligro y aportaba sugerencias; se pretendía la limitación de los armamentos como primer paso hacia el desarme general, y el arbitraje para arreglar los litigios internacionales. El objetivo final era un Congreso permanente de las naciones a nivel mundial o, al menos, europeo.
El movimiento se concretó en dos Conferencias de Paz celebradas en La Haya, en 1899 y 1907, que despertaron grandes esperanzas en la opinión pública. Los resultados fueron nulos en el freno de la carrera armamentística o en una concepción nueva de las relaciones entre los Estados; tampoco consiguieron resolver el importante asunto de las sanciones que se aplicarían en caso de agresión.
A pesar de todo, sentaron los precedentes de un órgano mundial al establecer el Tribunal Internacional de Arbitraje de La Haya, si bien sus decisiones no eran vinculantes para los Estados, que no querían reducir su soberanía. Se llegó también a acuerdos para humanizar la guerra, relativos al trato a los prisioneros.
Aunque pocos, fueron pasos fundamentales en el reconocimiento internacional de los derechos humanos y mitigaron los horrores de las dos guerras mundiales.
Otra importante corriente pacifista era el socialismo; sus principios conducían a condenar los métodos del imperialismo y el recurso a la guerra para solventar las diferencias. La práctica no resultaba tan idílica y los Congresos socialistas internacionales no consiguieron una postura clara ante la guerra. La tendencia reformista era mayoritaria y algunos partidos socialistas estaban integrados en los parlamentos y, en el fondo, muchos socialistas estaban más apegados de lo que creían o decían al sentimiento nacional. En el caso del socialismo revolucionario, no faltaban quienes veían en un conflicto internacional una oportunidad para la subversión del orden social. Todo ello acabó neutralizando sus llamamientos a la paz y su lucha contra la guerra.
De las Iglesias europeas también se podría esperar, por su propia naturaleza, una fuerza en favor de la paz, pero no era tan fácil. Las Iglesias ortodoxas estaban fuertemente vinculadas al Estado o eran nacionalistas. Entre las protestantes, las más sólidas también estaban vinculadas al Estado y los disidentes no lograron articular un movimiento internacional en pro de la paz. La Iglesia católica estaba a favor de la paz, pues una guerra podría enfrentar a los católicos europeos y poner en peligro la unidad de la Iglesia. Pero donde había partidos confesionales con fuerza política (Alemania e Italia) no estaban dispuestos a perder seguidores enfrentándose al nacionalismo imperante, y el Vaticano, que podía ejercer una influencia directa sobre el clero y los fieles, se limitaba a vagas exhortaciones en favor de la paz.
En definitiva, todo el mundo en aquel momento prestaba más atención a la propaganda nacionalista que a los llamamientos pacifistas; cundía una resignación fatalista y ciertos medios pensaban incluso que para escapar de la tensión nerviosa sería mejor “ponerle fin” empezando de una vez la guerra. Después de un largo periodo de paz, los pueblos europeos ignoraban lo que iba a significar la llamada de las armas.
LAS GUERRAS DE LOS BALCANES
El sentimiento nacionalista surgido en los países de la Europa oriental tras la desintegración del Imperio otomano se tradujo en tensiones políticas en los Balcanes por la inestabilidad de sus gobiernos y los continuos problemas fronterizos. Esto provocó su alianza con las potencias europeas afines por religión, etnia o tradición.
El 5 de octubre de 1908, Austria-Hungría, de manera unilateral, decidió anexionarse Bosnia-Herzegovina, rompiendo los acuerdos internacionales del Congreso de Berlín (1878), en el que solo se le había concedido su administración.
El 18 de octubre de 1912 estalló la Primera Guerra Balcánica, en la que Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro, apoyados por Rusia, se enfrentaron a Turquía y Austria. Sus consecuencias fueron:
- La expulsión de Turquía de la península balcánica.
- La cesión a Bulgaria de Tracia, con lo que conseguía una salida al mar Egeo.
En 1913 se produjo la Segunda Guerra Balcánica, a causa de las discrepancias surgidas entre las naciones vencedoras en la guerra anterior. Bulgaria atacó Serbia y Grecia para anexionarse los territorios que habían pertenecido al Imperio otomano. Rumanos y turcos ofrecieron su ayuda a Serbia y Grecia, y Bulgaria fue derrotada, quedando bajo soberanía serbia las zonas anexionadas en la guerra de 1912.
En la Conferencia de paz de Londres (30 de mayo de 1913), Austria impidió la creación de la Gran Serbia y en ella se reconoció el nacimiento de un nuevo Estado, Albania, para impedir la expansión de Serbia hacia el Adriático. Lo que en un principio fue un nacionalismo liberador se convirtió en un nacionalismo de dominación y enfrentamientos entre los Estados vecinos.
LAS CRISIS MARROQUÍES
A comienzos del siglo XX también resurgieron los enfrentamientos imperialistas. El escenario fue el norte de África, en concreto Marruecos, y el país protagonista, Alemania.
En 1905 se desató la primera crisis marroquí. Alemania se negó a aceptar el acuerdo entre Francia y Reino Unido de repartir ese territorio entre España y Francia, por considerar que perjudicaba sus intereses coloniales en el norte de África. La postura del Gobierno alemán de mantener la independencia de Marruecos frente a las pretensiones francesas y el desembarco del emperador Guillermo II en Tánger, como muestra del apoyo al sultán marroquí, crearon una grave crisis internacional.
La Conferencia de Algeciras de 1906 se realizó para evitar una guerra en Europa. Se acordó reconocer la independencia de Marruecos, aunque de hecho se establecía un protectorado franco-español. El resultado de la crisis fue favorable a Francia, que salió fortalecida de su alianza con el Reino Unido.
En 1911 de nuevo se reprodujo el enfrentamiento por el tema de Marruecos (crisis de Agadir). Tropas francesas intervinieron en ayuda del sultán, que se encontraba asediado por los rebeldes de Fez. Este hecho fue considerado por Alemania como una violación de lo acordado en la Conferencia de Algeciras, lo que motivó el envío de la cañonera Panther al puerto de Agadir con la excusa de proteger a los residentes alemanes. La intención de Alemania era abrir una nueva negociación para forzar a Francia a cederle Camerún a cambio de la plena libertad de acción en Marruecos.
En 1911 se firmó un acuerdo por el que Francia entregaba a Alemania una parte importante de su colonia de Camerún, una vez que Alemania reconoció el protectorado francés y español sobre Marruecos. La solución de esta segunda crisis marroquí decepcionó a Alemania, pues, lejos de debilitar a la Entente Cordiale, mostró su solidez.
EL ESTALLIDO DE LA GUERRA
Aunque la guerra terminó estallando como consecuencia de distintos factores, el detonante definitivo estuvo en la región de los Balcanes y en las rivalidades entre Austria y Serbia por su ambición de controlar la zona. La política de alianzas terminó convirtiendo un conflicto regional en un enfrentamiento a escala global.
El 28 de junio de 1914 fueron asesinados en Sarajevo el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del Imperio austro-húngaro, y su esposa. El autor fue un joven nacionalista serbio de origen bosnio, de nombre Gavrilo Princip miembro del grupo terrorista Mano Negra. Dicha organización de nacionalistas serbo-bosnios contaba con el respaldo del ejército serbio.
Las autoridades austríacas exigieron a Serbia que depurara responsabilidades por lo ocurrido y que investigara las ramificaciones del atentado en su territorio; el ultimátum fue rechazado por Belgrado con el apoyo de Rusia.
El día 7 de julio expiró el plazo y el 28 de ese mes Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia. Lo que en principio parecía una nueva crisis en los Balcanes se complicó como consecuencia de los automatismos establecidos por el sistema de alianzas suscrito entre las potencias:
- Así, Rusia decretó la movilización general de sus tropas, lo que llevó a Alemania, como miembro de la Triple Alianza, a declararle la guerra.
- Por su parte, Francia respondió declarando la guerra a Alemania en virtud de los compromisos adquiridos con Rusia tras la firma de la Triple Entente.
- En agosto, los alemanes invadieron Bélgica para atacar desde allí Francia, por lo que Reino Unido hizo valer su alianza con los franceses y entró en combate contra Alemania. Había comenzado la Primera Guerra Mundial.
LA SITUACIÓN INTERNACIONAL EN 1914 SEGÚN LA PRENSA ESPAÑOLA: LAS AMENAZAS DE LAS POTENCIAS Lo que dicen las naciones:
La Tribuna, 31 de julio de 1914. |
DESCRIBE LAS ALIANZAS MÁS DESTACADAS PREVIAS A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL:
RECUERDA MENCIONAR LOS PAÍSES QUE FORMABAN CADA UNA DE ELLAS, BUSCA EN INTERNET LOS MOTIVOS POR LOS QUE ESTOS PAÍSES FORMARON PARTE DE ESAS ALIANZAS, LAS FECHAS EN QUE SE CERRARON ESAS ALIANZAS, LOS PRECEDENTES… DEBERÁS COMPRIMIR TODA ESA INFORMACIÓN EN UNA CARA (350 O 400 PALABRAS) Y ESTRUCTURARLO CORRECTAMENTE CON UNA INTRODUCCIÓN UN NUDO ARGUMENTATIVO DIVIDIDO EN DOS PARTES, UNA PARA CADA ALIANZA Y UNA CONCLUSIÓN. RECUERDA DIVIDIR LA REDACCIÓN EN PÁRRAFOS.
B4/4.1. Describe las alianzas de los países más destacados durante la Paz Armada.
VAMOS A DIVIDIR LAS CAUSAS DE LA GUERRA EN CUATRO TIPOS: CAUSAS POLÍTICAS, TERRITORIALES, ECONÓMICAS Y NACIONALISTAS. USANDO UNA TABLA COMO LA QUE HAY MÁS ABAJO DEBES IDENTIFICAR CADA UNO DE LOS CUATRO TIPOS DE CAUSAS QUE HEMOS MENCIONADO Y EXPLICAR EN CINCO LÍNEAS EN QUÉ CONSISTIÓ CADA UNA DE ELLAS.
PUEDE HABER MÁS DE UNA CAUSA DENTRO DE CADA TIPO.
B4/5.1. Identifica a partir de fuentes históricas o historiográficas las causas de la I Guerra Mundial.
PROPUESTA PARA EL TRABAJO INDIVIDUAL RELACIONADO CON LOS DERECHOS HUMANOS
LAS CONFERENCIAS DE PAZ DE LA HAYA DE 1899 Y 1907
EN UNOS 5 O 10 MINUTOS EXPLICA A TUS COMPAÑEROS EN QUE CONSISTIERON LAS CONFERENCIAS DE PAZ DE LA HAYA DE 1899 Y 1907, ASÍ COMO UNO DE SUS PRINCIPALES LOGROS: LA CORTE PERMAMENTE DE ARBITRAJE
RELACIONA LAS SIGUIENTES BANDERAS DE LOS PRINCIPALES PAÍSES EUROPEOS ANTES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y RELACIÓNALAS CON SU PAÍS Y LA ALIANZA MILITAR DE LA QUE FORMABAN PARTE. DESPUÉS, RESPONDE A LAS PREGUNTAS:
- ¿QUÉ PAÍSES HAN CAMBIADO SU BANDERA?
- ¿POR QUÉ CREES QUE LO HICIERON?
- ¿LA BANDERA QUE APARECE REPRESENTANDO A RUSIA ERA UN ESTANDARTE IMPERIAL O UNA BANDERA NACIONAL?
ESPECIAL DE “EL MUNDO” SOBRE LA I GUERRA MUNDIAL
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