6.6 El arte de finales del siglo XIX

El final del siglo XIX supone, en el mundo del arte, la liberación del peso ejercido hasta entonces por la Historia. La arquitectura del hierro y el Modernismo buscan un lenguaje constructivo completamente nuevo, sin referencias a los estilos del pasado. Los lenguajes clasicistas o neomedievalistas no han podido dar satisfacción a los problemas traídos por las nuevas necesidades constructivas. Ni siquiera el Eclecticismo, con su mayor riqueza formal y capacidad de adaptación, lo ha logrado. En consecuencia, resulta imprescindible plantear la arquitectura a partir de principios no históricos sino técnicos o de innovación formal completa.

Por su parte, el Impresionismo aporta una visión directa de la naturaleza sin condicionantes ideológicos. Con el Impresionismo y el Postimpresionismo comienza una larga serie de movimientos estéticos que, atropelladamente, sin continuidad cronológica, conformarán desde finales del siglo XIX el periodo más heterogéneo, complejo y disperso de la historia artística: la época de los ismos o vanguardias.

SERIE DE LA CATEDRAL DE ROUEN (MÁS DE 30 CUADROS). CLAUDE MONET. 1892-1893

La escultura del siglo XIX está representada por Rodin, sin lugar a dudas el gran maestro del s. XIX.

La figura del artista comenzará a identificarse con frecuencia, a partir del Impresionismo, con la vida bohemia y un cierto malditismo que encontrará en Van Gogh su máxima expresión.

ARQUITECTURA: NUEVOS MATERIALES Y MODERNISMO

LA MADUREZ DE LA ARQUITECTURA DEL HIERRO

Entre 1867 y 1889 la arquitectura del hierro alcanza su esplendor. Basándose en:

  • Las mejores técnicas para la fabricación y montaje de las piezas de hierro
  • La especialización de empresas constructoras que se lanzaron a desarrollar espectaculares construcciones
  • La utilidad práctica de sus construcciones, en muchos casos la ingeniería tenían un papel preponderante frente a la arquitectura
  • La inclusión del vidrio como un elemento constructivo más
  • El uso de las exposiciones universales como el escaparate perfecto para sus manifestaciones más llamativas.

En 1867 se dio a conocer, como colaborador en la planificación de la Galería de las Máquinas, un joven ingeniero que habría de convertirse en todo un símbolo de este tipo de construcciones: Gustave Eiffel (1832-1923).

La empresa de Gustave Eiffel participó con éxito en las siguientes exposiciones universales, las de Viena (1873) y París (1878). Sin embargo, donde demostró su categoría fue en trabajos como  el puente de la Torre sobre el Duero en Oporto (1876), los almacenes Bon Marchè de París (1876), el viaducto de Garabit (1880-1884) o la construcción de la Libertad de Nueva York (1881-1886).

En 1889 París celebró la mayor de las exposiciones universales, la destinada a conmemorar el primer centenario de la Revolución Francesa. Con tal motivo se levantaron construcciones claves en el conjunto de la arquitectura contemporánea: la Torre Eiffel o la Galería de las Máquinas.

PUENTE DE LA TORRE SOBRE EL DUERO O DE LUIS I. EIFFEL. Oporto (1876)
LE BON MARCHE. EIFFEL. París (1876)
VIADUCTO DE GARABIT. EIFFEL. Loubaresse (1880-1884)
ESTRUCTURA DE LA ESTATUA DE LA LIBERTAD. EIFFEL. Nueva York (1881-1886)
GALERÍA DE LAS MÁQUINAS. DUTERT. París. 1889
TORRE EIFFEL. EIFFEL. París (1889)

 

EL MODERNISMO

Modernismo es el nombre que recibe en España el amplio movimiento internacional de renovación de las artes, en especial la arquitectura y las artes aplicadas, que se desarrolló en las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX. El Art Nouveau, como se le denominó en su origen, plantea una estética original, sin referencias del pasado. Esta es su principal aportación. El arte se libera de la Historia y parte del principio de que sólo unas formas nuevas pueden satisfacer las necesidades del gusto moderno.

En el terreno de la arquitectura sobresalen las figuras de los españoles Antonio Gaudí (1852-1926) y Luis Domenech y Montaner (1850-1923), el francés Hector Guimard (1867-1942), el escocés Charles Rennie Mackintosh (1868-1928) y el belga Víctor Horta (1861-1947). Las artes decorativas tuvieron en las joyas de René Lalique (1860-1945) y los trabajos en cristal de Emile Gallé (1846-1904) dos de sus protagonistas fundamentales.

El modernismo no es un movimiento unitario. Pese a ello tiene algunos elementos esenciales comunes. Es una estética joven y optimista que, lejos de planteamientos políticos o sociales, se identifica mejor con unas formas que con posibles contenidos intelectuales. La línea ondulada, sinuosa y delicada, la originalidad, el colorido variado y suave, y las referencias a la naturaleza son algunos de sus elementos más identificativos.

El resultado son construcciones casi orgánicas, invadidas por una sensación de crecimiento vegetal incontrolado.

SAGRADA FAMILIA. GAUDÍ. Barcelona (1883-Actualidad)

EL CAPRICHO DE GAUDÍ. GAUDÍ. Comillas. Cantabria (1883)
PALACIO EPISCOPAL DE ASTORGA. GAUDÍ. Astorga (1889)
ESCUELA DE ARTE DE GLASGOW. MACKINTOSH. Glasgow (1898)
ESCALERA DEL HOTEL TASSEL. HORTA. Bruselas (1893)
CASA BATLLÓ. GAUDÍ. Barcelona (1904)

 

LA CUMBRE DEL MODERNISMO: GAUDÍ

La figura más original de la arquitectura de la época modernista fue Antonio Gaudí. Su genialidad le lleva a tener un lenguaje constructivo tan personal que resulta difícil asimilarlo al del resto  de grandes arquitectos modernistas. El motivo es una imaginación y una creatividad tan desbordantes, que supera el Modernismo para acercarse  a otros planteamientos estéticos como el Expresionismo o el Surrealismo.

Su obra, sin ser demasiado amplia, agrupa un buen número de creaciones geniales: la Casa Vicens, la Sagrada Familia, el Capricho de Gaudí, la Casa Episcopal de Astorga, la Casa Botines de León, la Casa Milá, etc.

En 1904 inició la reforma de un edificio de viviendas situado en el paseo de Gracia de Barcelona, propiedad del industrial José Batlló. En ella, Gaudí hizo una obra absolutamente original. En la fachada hay un predominio total de las formas curvas y una constante utilización de la metáfora: las columnas inferiores parecen patas de elefante, los parteluces simulan huesecillos, el tejado recuerda a un dragón tumbado, la forja de los balcones nos mira con ojos inquietantes… Y sobre todo, las miles de piezas cerámicas que recubren el muro lo desmaterializan con un brillo de colores fascinantes. En el interior, la fantasía se repite en la estructura, los muros y los muebles hasta alcanzar extremos delirantes.

En la casa Batlló Gaudí alcanza uno de sus momentos cumbre y logra un edificio único en el conjunto de la arquitectura mundial, y lo hace demostrando su condición de arquitecto moderno, sin referencias a los estilos históricos y en una construcción que hasta ahora quedaba fuera del trabajo de los grandes arquitectos: el inmueble de viviendas particulares.

PINTURA I: EL IMPRESIONISMO

MANET. EL ORIGEN DE LA PINTURA CONTEMPORÁNEA

El nombre de Edouard Manet (1832-1883) suele vincularse, habitualmente, a los orígenes de la pintura impresionista. Desde este punto de vista, Manet habría sido el maestro e inspirador de la generación de pintores encabezada por Monet y Renoir. Sin embargo, Edouard Manet es mucho más que eso, su figura es una de las claves del nacimiento de toda pintura contemporánea.

Ciertamente, su pintura ejerció una enorme influencia en los jóvenes impresionistas, pero hay otros pintores como Boudin, que preludian más claramente la técnica impresionista. La diferencia entre estos precedentes y Manet estriba en que éste rompió con la pintura anterior y abrió nuevas perspectivas con un conjunto de obras amplio y de calidad solo reservada a los grandes genios de todos los tiempos.

El año 1863 constituye la fecha bisagra en la evolución de la pintura moderna. La responsabilidad la tiene Manet quien en apenas unos meses expuso “Música en las Tullerías”, presentó “El almuerzo campestre” y pintó la “Olimpia”. Tres cuadros, tres grandes obras en las que se experimenta una revolución estética pictórica.

LA MÚSICA EN LAS TULLERÍAS. MANET. National Gallery. Londres (1862)
ALMUERZO CAMPESTRE. MANET. Museo de Orsay. París (1863)
OLIMPIA. MANET. Museo de Orsay. París (1863)

La acogida que tuvieron estas obras, entre la mayor parte de la crítica y público, fue de rechazo total e incluso burla. Sólo unos pocos intelectuales las aceptaron o defendieron.

Pero, ¿qué es lo que había en estos cuadros para que fueran recibidos con tanta indignación? Manet no era un provocador. De hecho, recibió su tardía formación en el estudio de uno de los pintores clasicistas más prestigiosos, Thomas Couture, donde permaneció seis años. Es más, sus cuadros están llenos de referencias a los grandes maestros del pasado: Tiziano, Rafael, Velázquez…

Lo que hace de la pintura de Manet algo tan nuevo como para provocar una reacción violenta no es algo simple. Es, por el contrario, la suma de una serie de factores que afectan al color, el modelado, la perspectiva y el tema, que unidos dan como resultado una pintura completamente nueva. En ocasiones se ha transmitido la idea de que Manet tuvo serios problemas para ser aceptado porque sus coetáneos no entendían su pintura. En realidad, una buena parte de la crítica de su momento comprendió a la perfección cuáles eran los nuevos planteamientos de Manet, lo que ocurre es que no estaban dispuestos a asimilarlos.

Además, a estas innovaciones Manet unió una forma directa y concreta de entender el desnudo que convirtió sus obras en sinónimos de vulgaridad y hasta pornografía. De hecho, desde sus primeros cuadros, como el Retrato Monsieur y Madame Manet o Lola de Valencia, había utilizado recursos pictóricos similares y no había padecido oposición. Sin embargo, cuando presenta “El almuerzo campestre” el protagonismo concedido a una muchacha desnuda junto a dos jóvenes con levita provoca indignación.

La crítica y el público estaban acostumbrados a pintura académica plagada de desnudos femeninos muchos de los cuales utilizan abiertamente el erotismo como modo de captar la atención del espectador. Ahora bien, los desnudos se justificaban por tratarse de escenas alegóricas o mitológicas. La novedad aportada por Manet consiste en desnudar a una joven cualquiera, una muchacha parisina de su momento. Para Manet, y ahí estriba su gran aportación, el tema carece realmente de importancia. Su pintura es pintura pura.

Por eso, cuando exponga su “Olimpia”, maravilloso cuadro que sigue la tradición de Giorgione, Tiziano, Velázquez y Goya, el público no sabrá apreciar su fabulosa firmeza de dibujo, la delicadeza del modelado ni el colorido espectacular. La mirada directa de una prostituta era mucho más de lo que la sociedad del momento estaba dispuesta a tolerar.

EXPOSICIÓN DE MANET EN EL PRADO (2004)

EL NACIMIENTO DE UN NUEVO ESTILO: EL IMPRESIONISMO

Entre 1874 y 1886, un grupo de jóvenes pintores, unidos por la idea de realizar una pintura ajena a los Salones oficiales e inspirada en el contacto directo con la Naturaleza, llevaron a cabo una serie de exposiciones que mostraban una manera nueva de entender el arte. No constituían un grupo compacto. Sin embargo, han pasado a la historia de la pintura como uno de los movimientos más renovadores del periodo contemporáneo: el Impresionismo.

Cuando en 1874 realizaron su primera exposición en el estudio del fotógrafo Félix Nadar, eran una serie de 30 pintores, escultores y grabadores, entre los que destacaban Pierre-Auguste Renoir (1841-1919), Alfred Sisley (1839-1899), Edgar Degas (1834-1917), Camille Pisarro (1830-1903) y Frédéric Bazille (1841-1870). Su líder era un entusiasta pintor parisino, Claude Monet (1840-1926).

PIERRE-AUGUSTE RENOIR EN 1875
EDGAR DEGAS EN 1895
CAMILLE PISARRO EN 1900
CLAUDE MONET EN 1899

Los impresionistas encuentran sus antecedentes Corot, la escuela de Barbizon, Manet y Boudin. Como este último, rechazan la pintura de estudio. Pintan directamente en la Naturaleza. Su principal preocupación consiste en la captación de la luz y el color efímeros. Para ello utilizan una pincelada rápida y una paleta de colores puros, empleando la técnica de los contrastes simultáneos, a fin de que los toques de color se mezclen en la retina del espectador. El resultado es una pintura luminosa y vibrante, en la que lo fundamental es la pintura en sí misma y no el tema.

En su trabajo utilizaron de manera intuitiva la teoría sobre los colores formulada por Chevreul, según la cual los colores (originados a partir de los tres primarios: rojo, amarillo y azul) actúan entre sí cuando se aproximan, en función de unas reglas fijas.

A partir de 1885 estos planteamientos, que habían llegado a resultar tan comunes como para dificultar el reconocimiento de la autoría de algunos cuadros impresionistas, comienzan a divergir. Cada uno de los pintores impresionistas evolucionará en un sentido: el clasicismo de Renoir, los interiores de Degas… Solo Monet parece permanecer toda su vida fiel a los principios básicos que dieron origen al movimiento.

IMPRESION SOL NACIENTE. MONET. Museo Marmottan. París (1872)
EL BALCÓN. RENOIR. Courtauld Institute of Art. Londres (1874)

MONET, LA RETINA VIRGINAL

Monet es uno de los paradigmas del arte contemporáneo. De él dijo el poeta francés Mallarmé que tenía una retina nueva, virginal y abstracta.

Sus orígenes fueron difíciles ya que, aunque pronto mostró sus dotes para la pintura, no siguió los cauces habituales para triunfar en el mundo artístico. Muy joven conoció Boudin, pionero en la pintura a plein air. Poco después, en 1863, admiró la pintura de Manet y quedó fascinado. Entre estas dos referencias se mueve la primera fase de la obra de Monet, en la que ya está el origen del Impresionismo.

Desde muy pronto, Monet actuó como el aglutinador del grupo de jóvenes pintores que, a partir de sus deseos comunes de renovación plástica, acabarían formando el grupo impresionista. Los primeros tiempos fueron muy difíciles debido a la incomprensión de crítica y público, pero las experiencias compartidas, la solidaridad mostrada entre Manet y Boudin (que llegaron a participar en el algunas exposiciones impresionistas) y el apoyo del marchante de arte Paul Durand-Ruel, facilitaron la labor de Monet y sus compañeros.

La pintura de Monet es de paisajes puros, directamente tomada del natural, sin retoques en el estudio y con una técnica rapidísima para captar la luz y el color de un instante. Sus pinceladas son cortas, cargadas de pasta, de colores puros y yuxtapuestos.

La producción de Monet está plagada de obras fundamentales en el arte contemporáneo: Regatas en Argenteuil, Las amapolas, la serie de la Catedral de Rouen o la serie de La estación de Saint-Lazare. En estas series, Monet supo captar a lo largo de varios meses, toda la riqueza de colores, brillos y texturas, que se materializan en la naturaleza. Lo de menos son los objetos. Monet llega prácticamente a desintegrarlos. Lo fundamental para él es el derroche de sensaciones ópticas que se experimentan disfrutando estas vistas en las que el pintor hace un alarde de matices infinitos construidos a partir de ínfimas notas de color puro, a modo de fluyentes átomos de materia.

REGATAS EN ARGENTEUIL. MONET. Museo de Orsay. París (1872)
LAS AMAPOLAS. MONET. Museo de Orsay. París (1873)

LA ESTACIÓN SAINT-LAZARE. MONET. Museo de Orsay. París (1877)
LA ESTACIÓN SAINT-LAZARE, LLEGADA DE UN TREN. MONET. Fogg Art Meseum. Massachusetts (1877)
LA ESTACIÓN SAINT-LAZARE, LLEGADA DEL TREN DE NORMANDÍA. MONET. Art Institute. Chicago (1877)
LA ESTACIÓN SAINT-LAZARE. MONET. National Gallery. Londres (1877)

 

RENOIR, LA SENSIBILIDAD IMPRESIONISTA

Renoir es el pintor de la alegría de vivir. Contemplar sus cuadros supone una auténtica inyección de optimismo para el espectador. Sus temas, siempre ligados a la juventud y la diversión, aparecen envueltos en una atmósfera de radiante plenitud. La luz parece brotar del propio lienzo e inundar el espacio exterior con una fuerza irresistible.

Curiosamente, Renoir tenía motivos para no mostrarse tan alegre. Buena parte de su carrera se caracterizó por una dureza y una penuria económica enorme. Su origen humilde le obligó a trabajar casi desde niño como decorador de porcelanas en Limoges, su ciudad natal. Su tarea consistía en copiar con una técnica minuciosísima escenas al estilo de pintores rococó como Watteau y Fragonard.

Esta etapa de formación explica que Renoir siempre mantuviera un gusto por el dibujo que le diferencia del resto de sus compañeros impresionistas. Pese a ello, durante diez años, entre 1874 y 1883, fue, junto con Monet, el verdadero líder del Impresionismo. Sus obras siguen los principios del movimiento con una fidelidad total: pintura al aire libre, pincelada suelta, colores puros, eliminación del negro, sombras coloreadas, disolución del dibujo, captación de la luz sobre los objetos… Nadie como él supo armonizar los colores complementarios ni hacer vibrar los rayos de sol en los cuerpos. Cuadros como Torso de mujer al sol, El columpio o El baile del Moulin de la Galette (todos de 1876) son claros exponentes del periodo.

TORSO DE MUJER AL SOL. RENOIR. Museo de Orsay. París (1876)
EL COLUMPIO. RENOIR. Museo de Orsay. París (1876)
EL BAILE DEL MOULIN DE LA GALETTE. RENOIR. Museo de Orsay. París (1876)

En 1883 Renoir entró en un periodo de crisis. Admirador de los clásicos, sobre todo de Rafael, comenzó a dudar de la viabilidad de la pintura impresionista e inició una etapa basada en la recuperación del dibujo y el uso de una pincelada más académica. Los colores se hacen más fríos y ácidos. Es una etapa olvidada, en ocasiones, pero en la que pintó cuadros maravillosos como Las bañistas (1888).

En este momento, superados por fin los problemas económicos, Renoir hubo de enfrentarse a un terrible mal, el reumatismo, que le impedía coger los pinceles. Pese a todo, Renoir volvió a dar nueva muestra de su incontenible alegría de vivir, y haciéndose atar los pinceles a la muñeca seguía pintando su tema favorito: muchachas jóvenes.

LAS BAÑISTAS. RENOIR. Philadelphia Museum of Art. Philadelphia (1887)

PINTURA II: ¿QUÉ HAY MÁS ALLÁ DEL IMPRESIONISMO?

NEOIMPRESIONISMO

En la última exposición del grupo impresionista, la celebrada en 1886, el joven pintor Georges Seurat (1859-1891) presentó un óleo sobre lienzo titulado. Una tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte. El cuadro, aun partiendo de los principios impresionistas, resuelve el paisaje de una manera nueva: una infinita cantidad de puntos independientes de color puro que se mezclan en el ojo del espectador reconstruyendo los objetos. La combinación de novedad y continuidad respecto del Impresionismo hizo que el crítico de arte Félix Fénéon hablase en aquel mismo momento de Neoimpresionismo.

El Puntillismo o Divisionismo, nombres con los que también se conoce a este movimiento, se ha considerado a veces como una versión pretendidamente científica del Impresionismo. En realidad, se trata de una de las tendencias pictóricas que, después de una década dominada por la experiencia impresionista, reaccionan contra sus principios básicos.

UNA TARDE DE DOMINGO EN LA ISLA DE LA GRANDE JATTE. SEURAT. Instituto de Arte de Chicago (1884-1886)

De hecho, la técnica puntillista obliga a una labor de estudio minuciosísima y apuesta al aire libre; sus composiciones están extraordinariamente calculadas; la pincelada de puntos se opone a la viveza gestual de la pincelada impresionista; y la utilización de colores tiene un planteamiento básicamente intelectual. Sólo la preeminencia del color sobre el dibujo mantiene vivo el ideario impresionista.

 

SIMBOLISMO

Una amplia corriente de pintura simbolista recorre el último cuarto del siglo XIX paralelamente a las experiencias lumínicas del Impresionismo y sus secuelas. El Simbolismo retoma el sentido profundo de la pintura. Frente a la pura visión de los pintores que siguen la estela de Manet, los cuadros simbolistas remiten a escenarios oníricos en una línea que preludia lo que será el Surrealismo. Como en éste, la fuerza de la imagen se basa en la meticulosidad del dibujo, en un color efectista y en la iluminación adecuada para generar una atmósfera inquietante.

El simbolismo tuvo una aceptación positiva relativamente generalizada entre la crítica y el público de su momento, ansiosos de una pintura de vocación trascendente resuelta con una estética de fácil asimilación. Sus principales figuras, Gustave Moreau, Arnold Böcklin u Odilon Redon, gozaron de una importante reputación. Sin embargo, quien entre todos ellos obtuvo una mayor aceptación fue Pierre Puvis de Chavannes (1824-1898) singularmente desde la presentación, 1881, de su lienzo El pobre pescador. El cuadro, fascinante por su atmósfera congelada e intemporal, provocó un amplio debate entre defensores y detractores de su estética fría y cargada de melancolía, en la que el color, extraordinariamente armonizado, resulta fundamental.

EL POBRE PESCADOR. PUVIS DE CHAVANNES. Museo de Orsay. París. 1881
EL ESPÍRITU DEL BOSQUE. ODILON REDON. Colección particular (1890)

POSTIMPRESIONISMO. EL CAMINO A LAS VANGUARDIAS

Cuatro grandes maestros de la pintura de finales del siglo XIX aparecen engolados dentro del concepto de pintores post-impresionistas:

  • Paul Cézanne (1839-1906)
  • Vincent Van Gogh (1853-1890)
  • Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901)
  • Paul Gauguin (1848-1903)

En realidad, sus personalidades y su manera de entender la pintura presentan enormes diferencias. Pese a ello, existen unos vínculos que van más allá de la coincidencia generacional y que permiten entenderlos dentro de un mismo contexto.

Todos ellos parten de la pintura impresionista, en cuyo círculo se iniciaron, llegando incluso a participar (con mayor o menor intensidad) en sus exposiciones. Los cuatro se cuestionan pronto la necesidad de buscar nuevos planteamientos formales ante la insatisfacción que les provoca la visión impresionista del arte, indagando una salida en la recuperación de la forma. Por último, en sus vidas hay un sentido trágico que se concreta en el aislamiento, el suicidio, la deformidad o la huida, y que resultará fundamental para entender la esencia de su arte.

PAUL CÉZANNE A FINALES DEL SIGLO XIX
VINCENT VAN GOGH ANTES DE 1891
PAUL GAUGUIN ANTES EN 1891
HTL EN 1898

AUTORRETRATO. CÉZANNE. Colección privada. 1880
AUTORRETRATO. VAN GOGH. Museo Orsay. París (1889)
AUTORRETRATO. GAUGUIN. Museo Orsay. París (1893)
AUTORRETRATO CARICATURIZADO. TOULOUSE-LAUTREC (1882)

Los pintores post-impresionistas son, en gran parte, el verdadero puente entre la pintura de los XIX y XX, tanto desde el punto de vista estético como incluso personal. El inconformismo, el riesgo, la ruptura con la tradición y, sobre todo, una enorme voluntad creadora, sitúan sus figuras más cerca del dramático siglo XX que de su propia época.

Paul Cézanne

Podría ser considerado como el primer pintor del siglo XX. Su gigante figura de creador se entiende mejor desde la perspectiva de lo que habría de suceder tras su muerte que en el contexto en que realizó sus grandes obras. De hecho, en su momento sufrió unas críticas durísimas, incluso considerándolas en comparación a las recibidas por otros pintores formados en el Impresionismo. Este rechazo, a veces insultante, a su obra, acabaría provocando un retraimiento personal que se concretó en su reclusión en la Provenza. Por fortuna, su visión extraordinariamente lúcida de la pintura no se vio perjudicada.

Sólo a él se le permitió presentar un cuadro, la Nueva Olimpia, a la primera exposicióon impresionista de 1874, que está más cerca del Expresionismo que del resto de las obras de la muestra. Además, pronto superó esta fase para centrarse en una investigación de las formas que le acercaría a los principios del Cubismo. Indagó en una simplificación de las formas tendente a la geometrización desarrollando grandes aportaciones:

  • La recuperación del dibujo
  • El reduccionismo cromático
  • Las grandes pinceladas que facetan la superficie del cuadro
  • Y la manipulación de los puntos de vista
LA NUEVA OLIMPIA. CÉZANNE. Museo de Orsay. París (1874)
MANZANAS Y NARANJAS. CÉZANNE. Museo de Orsay. París (1895-1900)

Su pintura trató pocos temas y todos ellos los trabajó en diferentes series con una minuciosidad extraordinaria. Los jugadores de cartas, las vistas de la montaña de Santa Victoria y los bodegones de frutas se repiten una y otra vez en sus cuadros. A este último tipo pertenece el hermosísimo Manzanas y naranjas, verdadera obra cumbre del género. En él Cézanne construye las formas a partir de volúmenes puros, las modela mediante planos de color poderoso y, sobre todo, introduce una variedad de puntos de vista sorprendente. Así, el plato con manzanas y la mesa están vistos desde arriba, mientras que el frutero y la jarra tienen una perspectiva lateral. La gran habilidad de Cezánne logra esta variedad y riqueza de visiones, prácticamente cubista, sin disonancias ni aparente esfuerzo.

LOS JUGADORES DE CARTAS. CÉZANNE. Instituto de Arte Courtauld. Londres (1892-1895)
MONTE SANTA VICTORIA. CÉZANNE. Kunsthaus. Zürich (1904-1906)

Vincent Van Gogh

La exquisita racionlaidad de Cézanne tiene su contrapunto más marcado, en su época, en el holandés Vincent Van Gogh, para quien al pintura es, ante todo, un medio de expresión de su extraordinaria y trágica emotividad.

Su obra, amplísima pese a estar realizada en apenas diez años, fue la creación de un genio que plasmó sobre el lienzo su realidad interior proyectándola sobre los objetos cotidianos. Aunque participando en alguno planteamientos impresionistas, sobre todo la pintura al aire libre, Van Gogh retoma el dibujo contorneando con fuerza las figuras y utiliza el color, poderosísimo, independiente de la luz.

Su pincelada está cargada de pasta y aplicada con una intencionalidad gráfica autónoma del dibujo. Su fuerza visual es tremenda, constituyendo el antecedente más inmediato del Expresionismo encabezado por Eduard Munch pocos años después de la muerte de Van Gogh.

Durante su vida, llena de incidentes terribles, no tuvo ninguna repercusión en el mundo artístico. Conocido por muy pocos pintores y marchantes, no pasaba de ser visto como un excéntrico peligroso.

FLORERO CON LIRIOS. VAN GOGH. Rijksmuseum. Amsterdam (1890)
LA NOCHE ESTRELLADA. VAN GOGH. MoMa. Nueva York. 1889

Sin embargo, obras como Florero con lirios, pintado dos meses antes de su suicidio, reflejan una exquisita sensibilidad. Sobresale el cuadro por el colorido, intensísimo, rico y equilibrado, el dibujo de insuperable fuerza y la manera como el jarrón y las flores se recortan sobre el fondo amarillo. Sin espacio, profundidad ni modelado, el cuadro rompe definitivamente con visión pictórica heredada del Renacimiento.

Florero con lirios es, en parte, la culminación de una obra llena de creaciones magníficas como Los comedores de patatas, El punte de Langlois, Florero con girasoles, La habitación de Van Gogh en Arlés, La noche estrellada o La iglesia de Auvers.

LOS COMEDORES DE PATATAS. V. van GOGH.Museo van Gogh, Ámsterdam (1885)
LOS GIRASOLES. VAN GOGH. National Gallery. Londres 1888
LA HABITACIÓN DE VAN GOGH EN ARLÉS. VAN GOGH. Van Gogh Museum. Amsterdam (1888)
LA IGLESIA DE AUVERS. VAN GOGH. Museo de Orsay. París (1890)

Paul Gauguin

Gauguin encontró el paraíso en la Polinesia. La pintura encontró en Gauguin al mejor retratista del paraíso.

Pese a que su carrera se divide tradicionalmente en dos grandes etapas, la bretona y la polinesia, su trayectoria presenta una gran unidad. Para él, la pintura no debe ser un reflejo de la Naturaleza; la pintura es algo autónomo y, por lo tanto, también lo son el dibujo y el color, que adquieren un valor propio.

En consecuencia, sus cuadros no son aberturas al mundo sino que, como después llevarán a su máxima expresión las vanguardias del siglo XX, son objetos bidimensionales decorados con pintura. Gauguin es, por tanto, un primitivo, y sólo los primitivos tienen la ingenuidad y el atrevimiento suficiente para pintar el paraíso.

CUATRO MUJERES BRETONAS. GUAGUIN. Neue Pinakothek. Munich (1886)
EL CRISTO AMARILLO. GAUGUIN. Art Gallery, Buffalo, NY (1889)
MUJERES TAHITIANAS EN LA PLAYA. GAUGUIN. Museo de Orsay. París (1891)
DOS MUJERES. GAUGUIN. MoMa. Nueva York (1902)

Henri Toulouse-Lautrec

Nadie como Toulouse-Lautrec contribuyo a fijar en nuestra imaginación lo que fue la bohemia parisina de final del siglo XIX. Limitado por una importante deformación física, Toulouse-Lautrec, llamado por nacimiento a formar parte de la más selecta aristocracia francesa, se refugió en la pintura y en el mundo autodestructivo de la noche, la prostitución y la bebida.

Su pintura arranca del Impresionismo para superarlo rápidamente. Frente a los efectos provocados por la fugacidad de la luz, a Toulouse-Lautrec le interesa un pintura más psicológica, dominada por un dibujo sinuoso, casi modernista, y un colorido intenso y autónomo.

Junto a la pintura de caballete, a veces injustamente olvidada, Toulouse-Lautrec llevó a cabo una interesantísima producción de carteles publicitarios, género en el que se manifestó como un auténtico genio precursor del siglo XX.

LA LAVANDERA. TOULOUSE-LAUTREC. Colección privada (1884)
MOULIN ROUGE. LA GOULUE. TOULOUSE-LAUTREC (1891)
DIVAN JAPONAIS. TOULOUSE-LAUTREC (1893)
EN EL SALÓN DE LA CALLE DE LOS MOLINOS. TOULOUSE-LAUTREC. Museo Toulouse-Lautrec. Albi (1894)

LA NUEVA PINTURA EN ESPAÑA: SOROLLA

En 1895 Joaquín Sorolla conseguía la primera medalla de la Exposición Nacional con la obra Y aún dicen que el pescado es caro. El pintor valenciano marca con este cuadro el paso de la pintura histórica a la pintura de tema social en este tipo de concursos en España.

Son muchas las razones por las que no se le puede considerar estrictamente un pintor impresionista, aunque es verdad que tras el viaje que realizó a París, su pintura se encauzó hacia el luminismo.

Fue un pintor increíblemente fecundo, el catálogo de su obra se acerca a las 2.200 obras, encontró su estilo en una técnica de grandes toques, a base de pinceladas amplias y fogosas, lo que le permitió reflejar de forma espléndida los surcos de la luz y el brillo en los cuerpos desnudos de los bañistas, las transparencias del agua sobre la playa o bajo las barcas y la fuerza del sol y del color en unos cuadros llenos de la luminosa atmósfera mediterránea (Niños en la playa). En su producción destacan las escenas de pescadores, de playa, los retratos y los lienzos de evocación española que realizó  para la Hispanic Society of America de Nueva York.

AÚN DICEN QUE EL PESCADO ES CARO. SOROLLA. Museo del Prado. Madrid (1894)
ALDEANOS LEONESES. SOROLLA. Hispanic Society of America. Nueva York (1907)
PASEANDO POR LA ORILLA. SOROLLA. Museo Sorolla. Madrid (1909)
CHICOS EN LA PLAYA. SOROLLA. Museo del Prado. Madrid (1910)

ESCULTURA: RODIN

Pese a las dificultades que encierra, debido a la diferencia de procedimientos técnicos, intentar establecer un paralelismo con la pintura, podemos considerar que la vertiente escultórica del movimiento impresionista en cuanto a la visión moderna de la realidad está representada por Auguste Rodin (1840-1917), sin duda el gran maestro de la escultura del siglo XIX.

Nacido en París en 1840, Rodin simultaneó sus estudios en la Petite-École, de enseñanza más artesanal que artística, con diversos trabajos de ornamentación, ebanistería, modelos de orfebrería, etc., lo que le proporcionó una formación más de modelador que de escultor. Para Rodin, las manos fueron sobre todo su instrumento creativo, que, además, por sí mismas y al margen del cuerpo humano, serán motivo de su obra en numerosas ocasiones, incluso como símbolo de creación (La mano de Dios). Según el gran poeta Rilke, quien lo admiraba profundamente y trabajó para él como secretario, «[…] entre los trabajos de Rodin hay manos sueltas, pequeñas manos que, a pesar de no pertenecer a ningún cuerpo, están vivas».

Con 24 años realiza El hombre de la nariz rota, que fue rechazada por el jurado del Salón de 1864 por considerarla una obra “inacabada”, pero en la que reflejó los que serían sus principios estéticos, hasta el punto de afirmar que aquella obra había determinado su futuro. En efecto, a partir de entonces, Rodin establece como una constante en sus obras lo «inacabado», el nonfinito, un motivo estético, una forma de expresión y de sensación de inmediatez que le acerca al Impresionismo y que, por otro lado, refleja la gran influencia que sobre su arte tuvo Miguel Ángel, cuya obra conoció cuando viajó a Italia en 1875. Importante será también la influencia de la Antigüedad clásica, que le lleva a crear un nuevo modelo de escultura donde fragmentos del cuerpo humano -cabeza, tronco, manos- alcanzan la categoría de obra completa, algo que resultó revolucionario para la época y que tendrá importantes repercusiones en la escultura posterior.

LA MÁSCARA DEL HOMBRE DE LA NARIZ ROTA. RODIN. Museo Soumaya. México D.F. 1865

En 1880 recibe del Estado francés el encargo de realizar unas puertas para el Museo de Artes Decorativas. Rodin comenzó a trabajar en La Puerta del Infierno, a partir de dos puntos de referencia:

  • La Divina Comedia de Dante, para el tema
  • Las Puertas del Paraíso (Baptisterio de Florencia) de Ghiberti, para la forma.

La obra, concebida como una visión trágica de la condición humana, sus pasiones, sus deseos insatisfechos, nuca llegó a terminarse, pero de los bocetos y proyectos que hizo para ella surgieron obras independientes como El pensador, concebida en un principio como la imagen de Dante, y El Beso que, inspirada en los amores de Paolo y Francesca, destaca por la multiplicidad de puntos de vista (clara influencia de Bernini) y por la sensualidad del cuerpo femenino en contraste con la firmeza de la carne masculina.

Importante es también en la obra de Rodin su carácter narrativo. Para él, la escultura se desarrolla en el espacio y en el tiempo, y un claro ejemplo de ello son Los burgueses de Calais, grupo escultórico realizado como homenaje de esta ciudad a los seis ciudadanos que, en 1347 se habían entregado como rehenes a Eduardo III de Inglaterra a cambio de que se levantara el sitio de Calais. En un primer proyecto, Rodin concibió a los rehenes avanzando desafiantes, pero luego prefirió centrarse en la reacción individual de cada uno de ellos, en la actitud de unos seres humanos ante un acontecimiento, que acaba con una aceptación estoica del destino.

En 1891, Émile Zola, presidente de la Sociedad de Hombres de Letras, le encarga el Monumento a Balzac. Rodin representó al escritor de pie, en posición de contrapposto, con la pierna derecha adelantada y envuelto en la bata que el escritor se ponía por las noches para escribir, levemente inclinado hacia atrás, aislado del espectador y con una cabeza potente y orgullosa, reflejo de la fuerza del genio literario. Rodin prescinde de todo lo accesorio y se centra en la fuerza expresiva. Pese a la gran polémica que levantó esta obra, Rodin la consideraba el resumen de su vida artística: “[…] desde el día de su concepción, yo soy un hombre distinto […] es el mismísimo eje de mi estética“.

LA PUERTA DEL INFIERNO (una de las versiones). RODIN. Museo Soumaya. México DF (1880-1917)
EL PENSADOR. RODIN. Museo Rodin. París (1904)
LOS BURGUESES DE CALAIS. RODIN. Puerto de Calais. (1889)
MONUMENO A BALZAC. RODIN. Jardín del Museo de Rodin. París (1891)

Artista de gran versatilidad, Rodin utilizó todo tipo de materiales y técnicas, de manera que sus aportaciones en influencias serán determinantes para los escultores del siglo XX, que encontrarán en sus obras una fuente de inspiración, hasta el punto de que el propio Brancusi, uno de los escultores más importantes del siglo XX, llegó a afirmar: “Sin sus investigaciones, mi obra habría sido imposible”.

Pero, en la línea de Rodin, hay que mencionar a una de sus discípulas, con la que mantuvo además, una difícil relación personal: Camille Claudel (1864-1943). Se trata de una gran escultora que sólo recientemente, y gracias a una película basada en su vida, ha llamado la atención de los historiadores, pero que es autora de una interesante obra en la que destaca la escultura conocida como La edad madura.

DEFINE LOS SIGUIENTES CONCEPTOS, PERSONAJES O ACONTECIMIENTO HISTÓRICOS EN UN MÁXIMO DE CINCO LÍNEAS:

MODERNISMO

 

POSTIMPRESIONISMO

 

OBSERVA LAS IMÁGENES DE LA TABLA E IDENTIFÍCALAS DICIENDO CUAL ES SU AUTOR Y ESTILO, PARA JUSTIFICAR EL ESTILO DEBERÁS MENCIONAR TRES CARACTERÍSTICAS DE ÉSTE QUE SE OBSERVEN EN LA IMAGEN:

COMENTA “EL PENSADOR” DE RODIN:

USA EL MANUAL PARA REALIZAR COMENTARIOS DE ESCULTURA Y OBSERVA EL EJEMPLO PARA “LOS BURGUESES DE CALAIS”, QUE TIENES MÁS ABAJO:

EL PENSADOR (1904)

Auguste Rodin

EL PENSADOR. RODIN. Museo Rodin. París (1904)

LOS BURGUESES DE CALAIS (1889)

Auguste Rodin

LOS BURGUESES DE CALAIS. RODIN. Puerto de Calais. (1889)

1 INTRODUCCIÓN

Nos encontramos ante una de las esculturas más conocidas de Rodin

RESCATA EL EJE CRONOLÓGICO DE LA ACTIVIDAD DEL PUNTO 4 DE ESTE TEMA EN EL QUE APARECÍAN LOS ACONTECIMIENTOS MÁS IMPORTANTES RELACIONADOS CON LAS POTENCIAS EUROPEAS Y EXTRAEUROPEAS Y AÑADE LA SIGUIENTE INFORMACIÓN:

ARTISTA OBRA 1 OBRA 2
VIDA DE GAUDÍ EL CAPRICHO CASA BATLLÓ
VIDA DE MANET LA MÚSICA EN LAS TULLERÍAS LA EJECUCIÓN DEL EMPERADOR MAXIMILIANO
VIDA DE MONET IMPRESIÓN SOL NACIENTE LA ESTACIÓN DE SAINT-LAZAIRE
VIDA DE VAN GOGH LOS COMEDORES DE PATATAS NOCHE ESTRELLADA
VIDA DE RODIN LA MÁSCARA DEL HOMBRE DE LA NARIZ ROTA EL PENSADOR

 

CLICA EN LA IMAGEN PARA ACCEDER A LA PLANTILLA

LAS MUJERES IMPRESIONISTAS

COMO EN TANTAS OTRAS ÉPOCAS DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD LA MUJER OCUPÓ UN SEGUNDO PLANO EN EL ARTE DE FINALES DEL SIGLO XIX, AÚN CUANDO ALGUNAS DE ESTAS ARTISTAS ESTUVIERON AL NIVEL DE LOS MÁS FAMOSOS ARTISTAS MASCULINO O INCLUSO LES SUPERARON.

REVISA LOS SIGUIENTES TRES ARTÍCULOS PROPUESTOS Y ELIGE UNA DE LA SIGUIENTES ARTISTAS, A CONTINUACIÓN COMPLETA UNA FICHA PARECIDA O IGUAL A LA PROPUESTA: