2.1 Tiempos de grandes cambios

Igual que nosotros hoy, los ingleses de fines del siglo XVIII vivían inmersos en lo heredado. Como desde hacía milenios, la mayor parte de ellos habitaban en pueblos, y su sociedad se organizaba como lo había venido haciendo desde hacía siglos. Una mayoría se ocupaba de la agricultura. En algunas familias, las madres y las hijas se dedicaban al hilado de la lana o el algodón, incluso a tejerlo en pequeños telares, y de esta manera completaban los Ingresos necesarios.

Cada cierto tiempo pasaban los comerciantes de las ciudades, recogían lo hilado y descargaban nuevos fardos para que la tarea no se Interrumpiera. Todo era «como siempre».

Los padres habían aprendido de los abuelos y los hijos aprendían de los padres. Claro que, «como siempre», algunas cosas pequeñas sí habían cambiado:

• Algunos señores de rancio abolengo habían vendido parte de sus tierras
• Los más jóvenes emprendían a veces la aventura de buscar trabajo en las ciudades
• En las ciudades había fábricas con máquinas que producían tejidos y otras cosas a gran velocidad.
• Las personas jóvenes y sanas podían ganarse la vida en uno u otro trabajo.

En fin, «como siempre». Como nosotros, ciudadanos europeos del siglo XXI, los ingleses de finales del XVIII y el resto de los europeos del siglo XIX apreciaban algunos cambios a su alrededor y vivían. Ni ellos entonces, ni la mayoría de nosotros hoy, eran conscientes de que debajo de sus pies se estaba levantando una gran ola que arrastraría, limpiaría y cambiaría casi todo, sustituyendo talleres por grandes plantas industriales, despoblando aldeas y levantando ciudades enormes, llevándose hombres y caballos y trayendo máquinas y ferrocarriles.

Nosotros hoy, gracias a la distancia que nos da el tiempo transcurrido y al paciente trabajo de los historiadores, podemos comprender en su conjunto aquellos grandes cambios de finales del siglo XVIII, pero asistimos a los profundos cambios de nuestra sociedad cuando comienza el siglo XXI y los vemos como cosas cotidianas, que nos vienen dadas: los escasos nacimientos de niños europeos, Internet, el cambio climático, la Inmigración… en fin, «esas cosas que pasan».

No somos capaces de ver qué gran cambio se está gestando bajo nuestros pies ni cómo cambiará la fisonomía del mundo. A los humanos nos está vedado aprender del futuro y nos resulta difícil explicar nuestro presente con profundidad.

El pasado, sin embargo, se nos ofrece como campo de conocimiento de nosotros mismos, en el que rastrear las fuerzas que nos empujan, las resistencias que se nos oponen, las relaciones entre los hombres y las mujeres, entre los ricos y los pobres, entre los padres y los hijos, entre las sociedades y los Estados, y tantas otras cosas que nos resultan imprescindibles para comprender lo que hoy nos ocurre.

Nuestro mundo de hoy, inundado por mercancías de todo tipo, en el que la gente cambia trabajo por dinero y éste por lo que necesita para vivir, este mundo del mercado universal no existió siempre, claro está. En este tema vamos a estudiar cómo nació nuestro sistema económico, el capitalismo industrial, y cómo creció hasta dirigir por completo la economía europea.

En el último tercio del siglo XVIII comenzó en Reino Unido una gran transformación económica y social que se extendería después por toda Europa y acabaría afectando al resto del mundo.

Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, podemos hablar de varias revoluciones, una Revolución científica que tuvo lugar entre el año 1500 y el 1700, una Primera Revolución Industrial que nació en Inglaterra a finales del siglo XVIII y se extendió por Europa a principios del XIX, una Segunda Revolución Industrial que nace en Alemania y los EEUU a finales del XIX y principios del XX, una Tercera Revolución Industrial que tiene lugar a finales del XX basada en las energía renovables, Internet, la salida del ser humano de la Tierra… E incluso una Cuarta Revolución Industrial de la que somos testigos…

¿Pero qué pensarán los seres humanos que estudien historia dentro de 1000 años, su distanciamiento temporal de estos acontecimientos tan cercanos a nosotros, les hará ver este cúmulo de revoluciones o quizás solo una?

La Revolución Científica es uno de los grandes acontecimientos que definen al mundo moderno: comienza con la publicación de la obra de Copérnico y culmina con la obra de Newton. Tal acontecimiento no sólo conduce a un estudio diferente del mundo de los objetos, sino que esta revolución científica se convierte en un medio para estudiar las capacidades del conocimiento del ser humano, nace la  filosofía moderna.

Con ella se quiebra la imagen del mundo antiguo y medieval: el espacio y el tiempo se ensanchan hasta el infinito. Y la razón es lo único que nos permite entrar en ese nuevo mundo, la que lo asegura, la que le pone medidas y límites: no en lo físico, sino en lo científicamente demostrable. En la nueva imagen del universo confluyen tanto el ímpetu por lo singular y concreto, lo fáctico; como el deseo de lo universal. La observación sensible tiene que aliarse con la medición exacta y de ambas surgir la nueva teoría natural.

Tras la tesis de Copérnico se comienzan a aparecer una serie de científicos que revolucionaran la manera de ver el universo:

• Andrés Vesalio (1514-1564) da los primeros pasos de la medicina moderna
• Francis Bacon (1561-1626) pone las bases del empirismo y el método científico
• Johannes Kepler (1571-1630) introduce modificaciones teóricas acerca de las órbitas planetarias y sus movimientos
• Galileo Galilei (1564-1642) mejoró el telescopio, realizó gran variedad de observaciones astronómicas, estableció la primera ley del movimiento y apoyó de manera determinante las teorías de Copérnico.
• René Descartes (1596-1650) asentó las ideas de Bacon y en física está considerado como el creador del mecanicismo, y en matemáticas, de la geometría analítica
• Christian Huygens (1629-1695)  elaboró la teoría ondulatoria de la luz, así como la reflexión, refracción y doble refracción de ésta.
• Anton van Leeuwenhoek (1632-1723) construyó algunos de los primeros microscopios y comenzó a estudiar el mundo microscópico.
• Issac Newton (1642-1727) crean nuevas teorías del movimiento que adoptan la tesis de la Tierra en movimiento. Finalmente, Newton unifica cielos y Tierra por medio de sus leyes universales del movimiento, generando así un concepto de Universo que deja atrás la noción aristotélica de cosmos.

Galileo y Kepler concibieron la idea de ley natural en toda su amplitud y profundidad, pero solo pudieron aplicarla en fenómenos naturales aislados: faltaba por mostrar que la legalidad rigurosa que regía en las partes podía extenderse a la totalidad y que el universo, en cuanto tal, era accesible a la comprensión exacta del conocimiento matemático y adecuadamente abarcable por él. La obra de Newton aporta esta prueba.

Según esta forma de ver la revolución científica, la síntesis de Newton supone el cambio de un cosmos cerrado, finito, jerárquico y cualitativo por un universo infinito, homogéneo y cuantitativo, haciendo que todas las cosas se unifiquen: toda la materia pasa a ser de un único género, hay sólo un tipo de leyes, un tipo de espacio y un tipo de tiempo. Todo es espacio, tiempo, materia y causa. Es decir: el Universo. Con ello la cosmovisión orgánica da lugar a una visión mecanicista del mundo, al mundo mecánico moderno, motor de la civilización científica que crecerá exponencialmente durante el siglo XX.

Por primera vez se traza una historia física del mundo al margen del dogmatismo y la autoridad religiosa y que sólo quiere apoyarse en los hechos observables y en los principios universales del conocimiento teórico de la naturaleza. De este modo se abre una brecha definitiva en el sistema tradicional, y el espíritu afanoso y crítico de Voltaire no descansará hasta que no haya demolido piedra a piedra todo este sistema. Este trabajo de demolición era imprescindible si se quería llevar a cabo la reconstrucción de la física. La Ilustración logra esta victoria culminando con ello el proceso que se iniciara en el Renacimiento, y entregó al conocimiento racional un dominio fijo, dentro del cual ya no existía obstáculo alguno ni ninguna coacción autoritaria, sino que, por el contrario, podía moverse libremente en todas las direcciones y, en virtud de esa libertad, llegar a la conciencia plena de sí mismo y de las fuerzas que residían en él.

Llamamos Revolución industrial a un conjunto de cambios que produjeron una gran aceleración de la producción y el crecimiento de la industria hasta convertirla en el sector principal de la economía y en el impulsor de todos los demás sectores.

Después de comenzar su desarrollo en Reino Unido, la Revolución industrial se extendió por el resto de Europa, América del Norte y Japón a lo largo del siglo XIX. Tuvo las siguientes características:

• La agricultura dejó de ser el sector económico principal y pasó a serlo la industria.
• Los talleres artesanales y la manufactura doméstica fueron poco a poco sustituidos por las grandes fábricas, en las que se concentraban gran número de obreros y en la que los instrumentos de producción eran propiedad del empresario.
• En las fábricas y minas se instalaron las máquinas autopropulsadas (máquinas de vapor) que permitían una producción mayor en menos tiempo y con el mismo gasto en salarios.
• Se multiplicaron los productos en el mercado: utensilios domésticos, utillaje para la agricultura, tejidos, etcétera.
• En las fábricas, los obreros, que ya no hacían productos completos, no cobraban, como antes, por pieza fabricada, sino que percibían un salarlo según las horas de trabajo y hacían tareas parciales, sin participar nunca en el proceso de producción completo.
• Junto a los grandes capitalistas industriales aparecieron los bancos de préstamo y sociedades anónimas, pues la inversión de capital que requería la nueva industria era de tales proporciones que con frecuencia no bastaban las fortunas particulares, por grandes que éstas fueran.
• Las ciudades industriales crecieron en número de habitantes a una velocidad desconocida hasta entonces.
• La nueva industria mecanizada dirigía la agricultura, las finanzas y el comercio.